
El lunes 21 de abril se dio a conocer la noticia del fallecimiento del Papa Francisco. Desde la Santa Sede se compartía al mundo con «profundo dolor, la muerte del Santo Padre». A la 7 y 35 de la mañana retornaba a la casa del Padre un hombre que dedicó su vida entera al servicio del Señor y su iglesia. El Cardenal Kevin Farrell, camarlengo del Vaticano, continuaba la nota diciendo; que el Papa había enseñado a vivir el evangelio con lealtad, coraje y amor universal. En modo particular, en favor de los más pobres y marginados.
A partir de ese momento el mundo ha puesto su mirada en la Santa Sede. Los hombres y mujeres de bien se han detenido en algún momento de la semana para acercarse a algún aspecto de este hombre que supo entregarse por todos. Los fieles católicos se unieron en oración para pedir por el eterno descanso de aquel que supo ser un verdadero sucesor de Pedro y representante de Cristo.

En la Argentina de 1936 vino a la vida Jorge Mario Bergoglio. Nació en un contexto de crisis y cambios, enfrentando la familia desafíos políticos y económicos significativos. Era el mayor de los cinco hijos del matrimonio de Mario José y Regina María. Creció en el barrio de Flores, y fue bautizado el 25 de diciembre de 1936, el mismo día de Navidad, en la Basílica de María Auxiliadora. Se dice que allí volvía, cada vez que podía.
A la edad de 21 años, en 1957 se unió a la Compañía de Jesús, comenzando su formación religiosa en el Colegio Máximo de San José. Antes de entrar al seminario, trabajó como técnico químico y tuvo otros empleos que lo alejaban de la vida religiosa, pero finalmente decidió seguir su vocación. Su ordenación fue el 13 de diciembre en 1969, iniciando así su camino como jesuita y líder religioso.

Durante su tiempo como sacerdote jesuita, trabajó intensamente en barrios humildes. Se destacó por su labor pastoral y su enfoque en la justicia social. Los que le conocieron en ese tiempo, siempre resaltan su cercanía con los más necesitados. Tuvo un papel clave dentro de la Compañía de Jesús, llegando a ser provincial de los jesuitas en Argentina en 1973.
Por el año 1992 el Papa Juan Pablo II lo nombró obispo auxiliar de Buenos Aires. Cinco años más tarde se convirtió en arzobispo coadjutor. Ya en 1998 asumió el cargo de arzobispo de Buenos Aires. Fue en 2001 creado y proclamado cardenal por Juan Pablo II. Y en 2013 2013 fue elegido Papa, sucediendo a Benedicto XVI.

Así fue el camino de un hombre que fue conocido por su estilo sencillo y cercano, manteniendo varias costumbres poco comunes para un pontífice. Prefirió moverse en autos modestos. Vivió en la Casa Santa Marta, en lugar del Palacio Apostólico, buscando mayor cercanía con la gente. Usaba zapatos negros en lugar de los tradicionales rojos, como símbolo de humildad.

A la fecha de su muerte, el Papa Francisco había marcado 12 años de pontificado. En números hay que destacar que pronunció 2393 discursos y 545 homilías. Ordenó 163 cardenales. Compartió 7 exhortaciones apostólicas, 99 cartas apostólicas. De sus viajes hay que destacar que visitó 65 países y viajó en 47 ocasiones. En Cuba estuvo en dos ocasiones. La primera fue del 19 al 22 de septiembre de 2015, convirtiéndose en el tercer pontífice en pisar la isla. La segunda visita ocurrió el 12 de febrero de 2016, cuando hizo una escala en La Habana antes de viajar a México. En esta ocasión, tuvo un histórico encuentro con el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Kirill, siendo la primera vez en siglos que un Papa y un Patriarca ortodoxo ruso se reunían.

De su relación con Cuba, el Nuncio Apostólico en Cuba, destacaba que el Papa Francisco sentía un cariño especial por este país. En la misa que en su honor se llevó a cabo en la Catedral cubana, el Nuncio destacó que quería mucho a este país, a la iglesia en Cuba y al pueblo cubano, y se le veía en la cara y en los ojos cuando contaba del viaje apostólico que cumplió en 2015. Comentó que según sus mismas palabras, “es un pueblo que tiene gusto por la fiesta, por la amistad, por las cosas bellas. Es un pueblo que camina, que canta y alaba. Es un pueblo que tiene heridas, como todo pueblo, pero que sabe estar con los brazos abiertos, que marcha con esperanza, porque su vocación es de grandeza”



Cercanía, compromiso, entrega, mostró Francisco. Regresa a la casa del Padre y el pueblo cubano le tendrá vivo en el recuerdo con mucho cariño y respeto. En estos días desde las comunidades más pequeñas se ha pedido por él. Fue a la vida eterna un hombre que llegó sencillo y así se mantuvo, fiel a su discurso, coherente en sus acciones. Desde esta isla que le abrió los brazos se despide al Padre, guía y sucesor, que nos enseñó a disfrutar la belleza de la humilde.






