El clero de la arquidiócesis de La Habana tuvo su jornada de retiro, jubileo y misa crismal este 10 de abril. En horas de la mañana, en la Casa Sacerdotal San Juan María Vianney, tuvieron su tiempo de oración, reflexión y la renovación de su vocación, silencio y contemplación.



Luego de este tiempo de renovación espiritual, los sacerdotes se encaminaron en peregrinación hasta el cementerio Colón para allí en su templo jubilar, rezar por las intenciones del Papa Francisco y desde el Panteón de los sacerdotes, orar por los hermanos que nos anteceden en la casa del Padre.
… Tiempo de oración, reflexión y la renovación de su vocación, silencio y contemplación.
En horas de la tarde se congregaron muchos fieles, monjas, laicos de diferentes comunidades de la arquidiócesis, quienes llegaron para ser parte de la Misa Crismal celebrada en la Santísima Metropolitana Iglesia Catedral de La Habana. Este templo jubilar abrió sus puertas para acoger a los sacerdotes que renovarían sus votos y promesas.



La celebración estuvo presidida por el Cardenal Juan de la Caridad García, concelebrando el Obispo Auxiliar Mons. Eloy Ricardo Domínguez y el Nuncio Apostólico Mons. Antoine Camilleri.
Presentes allí, los sacerdotes que animan, cuidan y guían las comunidades que componen la Arquidiócesis habanera, quienes escuchaban atentos la homilía compartida por el Cardenal, que aprovechó el momento para repasar momentos significativos de la vida del Padre Felix Varela, y otros varios sacerdotes cubanos que antecedieron en tiempo y acción a los de hoy.



Destacó la importancia que tuvieron y como han sido ejemplo de vida para los sacerdotes de hoy. Mencionó acciones ejemplares de su época que aún inspiran. Hombres que se enfrentaron a situaciones difíciles y desconocidas en ese entonces, pero ellos supieron sobreponerse por el bien de aquellos que necesitasen auxilios espirituales y humanos.
Resaltó el valor que tienen todos en la iglesia por pequeña que sean las acciones en bien de otros. Hizo mención a los que se dedican a dar la unción a los enfermos, y bendijo a las cocineras que sirven a los deambulantes y necesitados.

El camino a la caridad también nos los muestra el Beato Jose Olallo Valdés, dijo. Mencionó como un hombre que fue marcado por el abandono de sus padres, fue recogido y salvado por la caridad divina, como es mencionado en una tarja que se ubica en el lugar que una vez estuvo la Real casa cuna de San José.
Tiempos malos y sacerdotes, monjas y laicos incansables con el reino de Dios, que brincan todos los obstáculos y no aceptan un no por respuestas, son tiempos gloriosos y después la vida eterna.
Destacó que en el camino nos ilumina también el Padre Antonio Rodríguez, cuyas conversaciones eran todas enseñanzas, y aprovechó para resaltar lo importante de que estén aquellos que enseñan desde la filosofía, teología hasta el catecismo, valores y virtudes.
Tiempos malos con sacerdotes, monjas y laicos con pensamientos de que no se puede hacer nada, es un desastre, comentó. Tiempos malos y sacerdotes, monjas y laicos incansables con el reino de Dios, que brincan todos los obstáculos y no aceptan un no por respuestas, son tiempos gloriosos y después la vida eterna. Dejó esto como mensaje de motivación ante la realidad que pueden enfrentar en su día a día los hombres y mujeres, que su labor es ser mensajeros de Dios.



La misa crismal es una de las celebraciones más importantes dentro de la Semana Santa. El rito principal de la misa crismal es la consagración y bendición de los santos óleos: el óleo de los enfermos, el óleo de los catecúmenos y el santo crisma. Estos aceites serán utilizados a lo largo del año en los sacramentos del bautismo, la confirmación, la unción de los enfermos y en la ordenación de sacerdotes y obispos. El santo crisma, en particular, es el óleo perfumado que se consagra con un gesto solemne y especial por el obispo.



Estos ritos fueron acompañados con la participación activa de los presentes, quienes se acercaron hasta el altar, en representación de todos aquellos que en diferentes celebraciones del año serán bendecidos con estos óleos.



Esta misa resalta la unidad de la Iglesia y la importancia del ministerio sacerdotal. Los sacerdotes recordaron su identidad como «otros Cristos» al servicio del Pueblo de Dios. La celebración es un momento de gracia y vitalidad para toda la Iglesia, marcando el inicio del Triduo Pascual y anima a emprender nuevos caminos en la vida de la iglesia.