El Legado Vivo de San Antonio María Claret en Cuba: 174 Años de Inspiración

Colaboración y Fotos: Padres Claretianos de Cuba

El 16 de febrero de 1851, la bahía de Santiago de Cuba fue testigo de un evento trascendental: la llegada de Antonio María Claret, el nuevo Arzobispo. Este momento, impregnado de fe y esperanza, quedó grabado en la memoria de quienes lo recibieron con alegría y buena voluntad.

Según relata el propio Claret en su autobiografía, su llegada estuvo acompañada de solemnes ritualidades, reflejo de la importancia que la comunidad local le otorgaba a su investidura. En aquel entonces, Santiago de Cuba contaba con 26,668 habitantes, quienes depositaron en él sus expectativas de renovación espiritual.

Legado de Renovación y Compromiso Social

La labor de Antonio María Claret en Cuba se centró en la renovación espiritual y pastoral del clero, así como en la fundación de comunidades religiosas. Su visión abarcó la educación de la juventud y el cuidado de las instituciones asistenciales, promoviendo el establecimiento de los Escolapios, los Jesuitas y las Hijas de la Caridad en la isla. Además, junto a María Antonia París, fundó las Religiosas de María Inmaculada Misioneras Claretianas el 27 de agosto de 1855.

Claret no dudó en luchar contra la esclavitud y creó una Granja-escuela para niños pobres, una Caja de Ahorros con carácter social y bibliotecas populares. Su compromiso con los más necesitados lo llevó a promover las cajas de ahorro en Cuba, ganándose el reconocimiento como patrón de estas instituciones.

Desafíos y Adversidades

Su intensa y diversa actividad no estuvo exenta de desafíos. Claret enfrentó numerosos enfrentamientos, calumnias, persecuciones e incluso un atentado en Holguín el 1 de febrero de 1856, donde derramó su sangre por su fe.

El 18 de marzo de 1857, tras años de servicio en Cuba, recibió un despacho urgente del capitán general de La Habana que le informaba del llamado de la Reina Isabel II a Madrid.

Canonización: Reconocimiento a una Vida Ejemplar

Antonio María Claret fue canonizado por el Papa Pío XII el 7 de mayo de 1950 en una ceremonia en la Basílica de San Pedro repleta de peregrinos. El proceso hacia la canonización incluyó varias etapas y la verificación de milagros atribuidos a su intercesión. Se aprobaron dos milagros: la curación del cáncer de sor Josefina Marín en Santiago de Cuba en 1934 y la curación de la hemiplejía de Elena Flores en Córdoba en 1948[1]. El Papa Pío XII describió a Claret como un hombre de contrastes, «humilde de origen y glorioso a los ojos del mundo; pequeño de cuerpo, pero de espíritu gigante».

Presencia Claretiana Hoy en Día

  • Guantánamo: Parroquia La Milagrosa.
  • Santiago de Cuba: Parroquia Santísima Trinidad y el Centro Cultural Claret, que fomenta la difusión del arte mediante el diálogo entre fe y cultura.
  • La Habana: Santuario Corazón de María.

Estas comunidades no solo mantienen viva la memoria del fundador, sino que también trabajan activamente para atender las necesidades espirituales y sociales del pueblo cubano.

Legado Perdurable

A 174 años desde su llegada a Santiago de Cuba, San Antonio María Claret sigue siendo recordado con profundo cariño y veneración por los católicos cubanos. Su vida es un ejemplo inspirador sobre cómo vivir la vocación misionera con santidad y entrega total al servicio del prójimo. Su legado espiritual continúa guiando a las comunidades claretianas que hoy trabajan incansablemente por mantener viva su misión evangelizadora.

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