
En la Capilla Sixtina, este viernes 9 de mayo, ofició el nuevo Papa su primera misa como líder de la iglesia católica. Los miembros del colegio de cardenales asistieron y escucharon la homilía en la que el Santo Padre destacó que “Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, es decir, el único Salvador y el que nos revela el rostro del Padre”.
Su Santidad mencionó que Dios, en Jesús, «ha mostrado así un modelo de humanidad santa que todos podemos imitar, junto con la promesa de un destino eterno que, sin embargo, supera todos nuestros límites y capacidades». Destacó que «Dios, de forma particular, al llamarme a través del voto de ustedes a suceder al primero de los Apóstoles, me confía este tesoro a mí, para que, con su ayuda, sea su fiel administrador en favor de todo el Cuerpo místico de la Iglesia».

El Papa dijo más adelante, refiriéndose a la manera en que se vive la fe, que «hoy también son muchos los contextos en los que la fe cristiana se retiene un absurdo, algo para personas débiles y poco inteligentes, contextos en los que se prefieren otras seguridades distintas a la que ella propone, como la tecnología, el dinero, el éxito, el poder o el placer».
Destacó que algo a lo que se debe prestar atención en este tiempo «hablamos de ambientes en los que no es fácil testimoniar y anunciar el Evangelio y donde se ridiculiza a quien cree, se le obstaculiza y desprecia, o, a lo sumo, se le soporta y compadece. Y, sin embargo, precisamente por esto, son lugares en los que la misión es más urgente, porque la falta de fe lleva a menudo consigo dramas como la pérdida del sentido de la vida, el olvido de la misericordia, la violación de la dignidad de la persona en sus formas más dramáticas, la crisis de la familia y tantas heridas más que acarrean no poco sufrimiento a nuestra sociedad».

Recordó al su antecesor, el Papa Francisco, al decir que «estamos llamados a dar testimonio de la fe gozosa en Jesús Salvador». Y mencionó que «es fundamental hacerlo antes de nada en nuestra relación personal con Él, en el compromiso con un camino de conversión cotidiano».
Antes de terminar su homilía comentó que es importante «para cualquiera que en la Iglesia ejercite un ministerio de autoridad, desaparecer para que permanezca Cristo, hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado (cf. Jn 3,30), gastándose hasta el final para que a nadie falte la oportunidad de conocerlo y amarlo».



Y culminó con la petición a Dios, de que le conceda «la gracia, hoy y siempre, con la ayuda de la tierna intercesión de María, Madre de la Iglesia».
Comienza así el camino del Papa León XIV. Desde ahora lleva la responsabilidad, a través de sus mensajes, de buscar la comunión de todos, la unidad del mundo, la paz en medio de una realidad tan convulsa como la que vive la humanidad hoy.


Ya el Papa León XIV tiene una agenda que para los próximos días anuncia el domingo 11 de mayo, a las 12, el rezo de la oración de la Regina Coeli desde la Logia central de la Basílica de San Pedro.
El lunes 12 de mayo a las 10, el Papa León XIV se reunirá en el Aula Pablo VI con todos los trabajadores de los medios acreditados ante la Oficina de Prensa de la Santa Sede, que han cubierto los eventos de las últimas semanas.
