Tres fumatas se necesitaron tras las votaciones para que quedara electo el nuevo sucesor de Pedro. La iglesia católica tiene un nuevo guía. Reciben los laicos de todo el mundo al Cardenal Robert Prevost. El espíritu santo ha guiado a los cardenales electores para que sea él, la persona encargada de llevar a cuestas el peso de mantener un legado de siglos.
Habemus Papam

Se anuncia con la frase icónica «Habemus Papam», dicha por el cardenal protodiácono, que en esta ocasión es el francés Dominque Mamberti, y que indica que la Iglesia de Roma ya tiene un nuevo Pontífice el número 267. Luego de los ritos propios tras la elección y después de ponerse la vestimenta, sale al balcón que da a la Plaza de San Pedro.
Tras la obtención de la mayoría cualificada de dos tercios, al futuro Papa se le pregunta si acepta la elección como Sumo Pontífice y, en caso afirmativo, en ese instante pasa a ser el nuevo Papa de la Iglesia Católica; tras lo cual se da luz verde para la fumata blanca y el sonido de las campanas. Tras haber aceptado el cargo, el nuevo Pontífice elige su nombre como sucesor de Pedro y cambiará su vestuario en la Sala de las Lágrimas antes de asomarse por el balcón central de la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

En la Sala de las Lágrimas, nombre con el que se conoce la sacristía de la Capilla Sixtina, se cambia el vestuario del nuevo Pontífice. El lugar ha tomado ese nombre porque según dicen, es el espacio donde el elegido se toma un momento en silencio y comienza a interiorizar el cambio al que ha sido llamado.

Sale de allí vistiendo la muceta roja como marca la tradición, el nuevo Papa, después de ser anunciado, se asoma por primera vez en el balcón central de la Basílica de San Pedro. Llevando la estola y el anillo del pescador, el nuevo Pontífice impartirá la bendición Urbi et Orbi, «a la ciudad de Roma y al mundo».
Robert Francis Prevost Martínez (Estados Unidos, 1955) fue elegido el pasado enero por el propio Francisco como nuevo prefecto de la «Congregación de Obispos» y era el encargado de seleccionar a los nuevos obispos. Nacido en Chicago, tiene orígenes franco italianos y también española. Fuentes conocedores destacan su currículum impecable y su visión internacional como puntos fuertes.

De su formación, se sabe que se licenció en Ciencias Matemáticas y también se especializó en Filosofía. Luego también estudió Teología en Chicago, donde obtuvo una mención en misión intercultural y a los 26 años se ordenó sacerdote y acabó, al poco tiempo, mudándose a Perú donde estuvo durante años haciendo de misionero con los agustinianos.
La primera ceremonia: el homenaje y el “Te Deum”

Al regresar a la Capilla Sixtina, el nuevo Pontífice se sienta en la cátedra y se celebra una breve ceremonia, que inicia con un saludo del cardenal decano del Orden de los Obispos. Luego, el primero de los cardenales presbíteros proclama un pasaje del Evangelio, que puede ser: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” o “Apacienta mis ovejas”. A continuación, el cardenal protodiácono eleva una oración por el recién elegido Sucesor de Pedro.
Después, todos los cardenales electores presentes, según el orden de precedencia, pasan ante el nuevo Papa para manifestarle su homenaje y obediencia. Finalmente, todos entonan juntos el himno del Te Deum, iniciado por el nuevo Pontífice.
Algunas responsabilidades del Papa.

Es el líder supremo de la Iglesia Católica y el sucesor de San Pedro. Su misión es preservar y enseñar la fe, interpretar el Evangelio y velar por la unidad de la Iglesia. Dirige la Ciudad del Vaticano, el estado independiente más pequeño del mundo. Ejerce poderes ejecutivos, legislativos y judiciales, y recibe a líderes mundiales en audiencias privadas.
Actúa como mediador en conflictos internacionales y pronuncia discursos en organismos como la ONU. Su influencia ha sido clave en procesos de reconciliación y llamados a la paz. Supervisa la Curia Romana, el órgano de gobierno de la Iglesia, y nombra obispos y cardenales. También firma decretos que afectan a comunidades católicas en todo el mundo.
Publica documentos como encíclicas y exhortaciones apostólicas sobre temas doctrinales y morales. Tiene la última palabra en la proclamación de santos y bienaventurados, tras un proceso de investigación sobre milagros y virtudes. Visita países para entrar en contacto con fieles y abordar temas de justicia social y paz.