Un adiós agradecido. Madre Martin, de la comunidad Brigidina dice adiós a Cuba.

REDACCIÓN: Tania Gómez Rodríguez. Oficina de Comunicación, Diócesis Pinar del Río

Diócesis de Pinar del Río, 11 de enero de 2025. Luego de una experiencia de más de 20 años en suelo cubano, la Madre Martin, de la comunidad de Hermanas Brigidinas de la diócesis de Pinar del Río, se despide de estas tierras que tanto ha amado.

Por eso en la mañana de este 11 de enero de 2025, junto a Mons. Juan de Dios Hernández, los padres Cirilo Castro, Javier Jáuregui y Alfredo Martínez, Hermanas de las dos comunidades Brigidinas presentes en Cuba, las Hijas Mínimas de María Inmaculada y fieles amigos y vecinos, nos encontramos en la Capilla del Convento para dar gracias a Dios por el testimonio de entrega de esta religiosa que nos recuerda desde la sencillez y humildad, la grandeza del servicio a los pobres, la importancia del diálogo ecuménico y el poder de la oración confiada que lleva a experimentar el auxilio del Señor.

La Hermana junto Mons. Juan de Dios Hernández-Ruiz, S.J., Obispo de Pinar del Río.

La Orden Brigidina, fiel al carisma de las Santas Brígida y María Isabel, da la preferencia a la Sagrada Liturgia, dedicando el tiempo a la oración comunitaria con el Oficio divino y la Adoración Eucarística cotidiana. Por lo tanto, el Sacrificio Eucarístico, centro de la liturgia de la Iglesia, viene prolongado en la Adoración a Jesús Sacramentado, reanudando así la devoción de Santa Brígida por la Humanidad del Verbo y certificando la dimensión espiritual y fecundidad a la misión ecuménica, tan apreciada por Santa Madre María Isabel Hesselblad.

Natural de la India y luego de un largo período en México, la Madre Martin llegó a Cuba para fundar la primera comunidad en la Arquidiócesis de La Habana hace ya 21 años. Luego fue elegida para guiar la fundación en esta demarcación, enfrentándose además al reto de la construcción del Convento con todas las dificultades que esta empresa trae consigo, pero ella lo realizó con gran celo, velando por el más mínimo detalle, y cuyos frutos hemos recogido durante estos 10 años de presencia en vueltabajo.

La despedida sirvió para hacer memoria de aquellos años en los que llegó, y los presentes agradecían a Dios por cada paso dado. Ponemos en nuestra patena diaria el deseo de que, como ella, «sepamos ungir el tiempo para que cada día sepa a Dios», como nos recordaba Mons. Juan de Dios en su homilía.

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