Lectura del Evangelio según San Lucas. (Lucas 5, 12-16).
Enseguida le dejó la lepra.
En aquel tiempo, estando Jesús en un poblado, llegó un leproso, y al ver a Jesús, se postró rostro en tierra, diciendo: “Señor, si quieres, puedes curarme”. Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Quiero. Queda limpio”. Y al momento desapareció la lepra. Entonces Jesús le ordenó que no lo dijera a nadie y añadió: “Ve, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que Moisés prescribió. Eso les servirá de testimonio”.
Y su fama se extendía más y más. Las muchedumbres acudían a oírlo y a ser curados de sus enfermedades. Pero Jesús se retiraba a lugares solitarios para orar.
- REFLEXIÓN SOBRE LA PALABRA
Esta buena nueva, que dice el Evangelio, está dirigida «a los pobres» (v. 18). A menudo nos olvidamos de ellos, sin embargo, son destinatarios mencionados explícitamente, porque son los predilectos de Dios. Acordémonos de ellos y recordemos que, para acoger al Señor, cada uno de nosotros debe hacerse “pobre dentro”.
Con esa pobreza que hace decir: “Señor necesito perdón, necesito ayuda, necesito fuerza”. Esta pobreza que todos nosotros tenemos: hacerse pobre dentro. Se trata de vencer toda pretensión de autosuficiencia para saberse necesitado de gracia, y siempre necesitado de Él. Si alguien me dice: Padre, pero ¿cuál es la vía más breve para encontrar a Jesús? Hazte necesitado. Hazte necesitado de gracia, necesitado de perdón, necesitado de alegría. Y Él se acercará a ti.
(Audiencia general, 25 de enero de 2023)