Vía Crucis 2025: El Papa Francisco Invita a Redescubrir la Economía de Dios en un Mundo de Algoritmos.
En un mundo cada vez más dominado por cálculos fríos y algoritmos implacables, el Papa Francisco nos hace un llamado a redescubrir la esencia de la humanidad y el amor en el Vía Crucis de este Viernes Santo, 18 de abril de 2025. A través de meditaciones profundas y conmovedoras, el Pontífice nos invita a recorrer el camino del Gólgota, un viaje de Jesús hacia el mundo que Dios tanto ama, un sendero de reconciliación, servicio y amor incondicional.
Para acceder al texto íntegro de las meditaciones del Vía Crucis preparadas por el Papa Francisco, puede hacer clic en el siguiente enlace: Vía Crucis
Cristo Entre Opuestos: El Camino de la Reconciliación.
El Vía Crucis de este año, presidido por el Cardenal Baldo Reina por delegación del Papa Francisco, nos presenta a Cristo clavado en la cruz, situado «entre las partes, entre los opuestos». Su cruz no es un símbolo de división, sino un puente que derriba muros, cancela deudas, anula juicios y establece la reconciliación. Jesús se revela como el verdadero Jubileo, ofreciéndose por todos, incluso por aquellos que lo crucifican.
La Economía Divina: Humildad y Fidelidad a la Tierra.
En sus reflexiones, el Papa nos anima a romper con nuestros esquemas preconcebidos y a abrazar «la economía de Dios», que «no mata, no descarta, no aplasta». Esta economía es humilde, fiel a la tierra y al espíritu de las Bienaventuranzas. En lugar de destruir, cultiva, repara y custodia, contrastando con las economías actuales que se basan en cálculos fríos y algoritmos implacables. Mientras Cristo aceptó la cruz impulsado por el Espíritu Santo, a menudo nos falta el aliento para asumir nuestras responsabilidades.
Vía Crucis: Oración de los Que Se Mueven.
Francisco describe el Vía Crucis como «la oración de los que se mueven», un camino que interrumpe nuestros senderos habituales y nos exige un precio en un mundo que lo calcula todo. Sin embargo, es en el don y la gratuidad donde todo vuelve a florecer: una ciudad dividida avanza hacia la reconciliación, una religiosidad marchita redescubre las promesas de Dios, e incluso un corazón de piedra puede transformarse en un corazón de carne.
La Libertad del Hombre: La Elección del Amor.
La sentencia de muerte de Jesús nos recuerda el «juego dramático de nuestras libertades» y la confianza inquebrantable de Dios en nuestras manos. Tenemos el poder de liberar a los injustamente acusados, de profundizar en la complejidad de las situaciones y de oponernos a los juicios que matan. Cristo, con su silencio ante cada hermano expuesto a juicios y prejuicios, nos desafía a elegir el amor en cada circunstancia.
Caer y Levantarse: La Aventura Humana y la Esperanza.
La tercera estación, con Jesús cayendo por primera vez, nos enseña que el camino de la cruz está trazado en la tierra, y que incluso en la caída podemos encontrar el cielo. La séptima estación nos revela la esencia de la aventura humana: caer y volver a levantarse, tropezar y renacer, descubriendo la alegría de los nuevos comienzos. Jesús no temió tropezar ni caer, mientras que muchos se avergüenzan y ocultan sus propias caídas.
Simón de Cirene: La Ayuda al Prójimo por Casualidad.
En la figura de Simón de Cirene, el Papa nos muestra que uno puede encontrarse con Dios incluso por casualidad, deteniéndose a ayudar a Jesús a llevar la cruz. En la realidad actual, necesitamos a alguien que nos detenga y ponga sobre nuestros hombros un trozo de la realidad que debemos cargar. Solo trabajando con Dios surge la nueva Jerusalén hacia la que debemos volvernos.
Las Mujeres en el Vía Crucis: Rostros de Amor y Compasión.
Las mujeres que se acercan a Jesús en el Vía Crucis nos muestran distintos rostros del amor y la compasión. María, la primera discípula, nos ayuda a comprender que para Cristo, madre y hermanos son los que escuchan y se dejan cambiar. La Verónica nos invita a contemplar el rostro de Jesús, donde se lee la decisión de amarnos hasta el último suspiro. Las hijas de Jerusalén nos recuerdan la necesidad de llorar por las nuevas generaciones y por nuestra convivencia herida.
Esperanza en la Espera: Jesús Entre Nosotros.
Al final del Vía Crucis, Jesús depuesto de la cruz nos muestra que está presente entre los que aún esperan y se niegan a aceptar que la injusticia es inevitable. En el silencio del Sábado Santo, ante la muerte de Cristo, el Papa nos invita a no hacer nada cuando solo se nos pide esperar. Cristo, acostado en el sepulcro, comparte nuestra condición y alcanza los abismos que tanto tememos, prometiendo paz entre todas las naciones con su resurrección.
Tomado de : Vaticannews