Jean-Benoît Harel – Ciudad del Vaticano
La Conferencia Episcopal Francesa (CEF) reconoció, en un comunicado difundido en sus redes sociales, que la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos 2024 en París, este viernes 26 de julio por la noche, «ofreció al mundo entero maravillosos momentos de belleza y alegría, ricos en emoción y universalmente aclamados». Sin embargo, la ceremonia, en la que se efectuó un desfile de delegaciones deportivas en 85 barcos, con la participación de numerosos artistas, «incluyó escenas de escarnio y burla del cristianismo, que deploramos profundamente», añadió.
En el centro de las críticas en las redes sociales estuvo la reproducción del cuadro de Leonardo da Vinci «La Última Cena» por una docena de hombres vestidos de mujer.
Solidaridad de otras confesiones religiosas
Tras el espectáculo, retransmitido por Mundovisión, numerosos líderes de otras confesiones religiosas expresaron su solidaridad con la Iglesia católica francesa, según el comunicado de prensa.
«Pensamos en todos los cristianos de todos los continentes que se han sentido heridos por el ultraje y la provocación de ciertas escenas», dijeron los obispos franceses. «Quisiéramos que comprendieran que la celebración olímpica va mucho más allá de los prejuicios ideológicos de algunos artistas», prosiguió la Conferencia Episcopal Francesa.
La exclusión de ciertos creyentes
El Secretario General de la CEF, el padre Hugues de Woillemont, señaló en la red social X la contradicción entre «la inclusividad declarada y la exclusión efectiva de ciertos creyentes. No hay necesidad de herir las conciencias para promover la fraternidad y la sororidad».
Monseñor François Touvet, Presidente del Consejo de Comunicación de la CEF y obispo coadjutor de la diócesis de Fréjus-Toulon, «se sumó firmemente» a la declaración de la Iglesia de Francia. En un post en las redes sociales, afirmó «protestar, como muchos otros, contra este escandaloso y grave insulto a los cristianos de todo el mundo, por no hablar de los demás ultrajes del espectáculo».
Unidad y fraternidad humana
La CEF concluyó su declaración recordando que el deporte «es una actividad maravillosa que deleita profundamente los corazones de los atletas y de los espectadores», y que el olimpismo es un «movimiento al servicio de esta realidad de unidad y fraternidad humana».
La ceremonia inaugural terminó con una nota de esperanza, unánimemente apreciada por los espectadores, con uno de los momentos culminantes, cuando Céline Dion concluyó el «Himno al amor» de Édith Piaf desde el primer piso de la Torre Eiffel, dejando que las últimas palabras de la canción resonaran en la noche parisina: «Dios reúne a los que se aman».