Perdón y paz: el tema de la Jornada Mundial de la Paz en 2025
El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral ha dado a conocer el tema del mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2025: «Perdona nuestras ofensas, concédenos tu paz». Inspirándose en el Año Jubilar, el Papa Francisco quiso subrayar la importancia de la conversión personal para lograr una paz verdadera.
Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano
«Perdona nuestras ofensas, concédenos tu paz» es el tema elegido por el Santo Padre para el mensaje de la 58ª Jornada Mundial de la Paz que se celebrará el 1 de enero de 2025. Lo ha dado a conocer el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral a través de un comunicado difundido este jueves 8 de agosto.
Desde su instauración en 1967 por San Pablo VI, los Papas han aprovechado la Jornada para ofrecer reflexiones en mensajes para esta ocasión, abordando temas como las Naciones Unidas, los derechos humanos, la diplomacia y el desarrollo económico.
El tema para 2025 «manifiesta una consonancia natural con el significado bíblico y eclesial del Año Jubilar y se inspira en particular en las cartas encíclicas Laudato si’ y Fratelli tutti, particularmente en torno a los conceptos de Esperanza y Perdón, corazón del Jubileo», especifica la nota. En ella, se recuerda que el Año Santo es «un tiempo de conversión que nos llama a no condenar, sino a propiciar la reconciliación y la paz».
En línea con la Bula de Convocatoria, Spes non confundit, considerando la realidad de los conflictos en el mundo y con la esperanza inherente a la tradición jubilar del perdón de los pecados y la cancelación de las deudas, junto con las reflexiones de los Padres de la Iglesia al respecto, «surgirán elementos concretos que pueden conducir a un cambio espiritual, social, económico, ecológico y cultural muy necesario».
«Sólo a partir de una auténtica conversión a todos los niveles -personal, local e internacional-, concluye el comunicado, podrá florecer la verdadera paz, no sólo en el cese de los conflictos, sino también en una nueva realidad en la que se curen las heridas y se reconozca la dignidad de cada persona».
Además de no renunciar a la Confesión y redescubrir la belleza del sacramento de la sanación y la alegría, «la belleza del perdón de los pecados», como escribe Francisco en la bula, el Papa dirige una «invitación apremiante» a las naciones más ricas, «para que reconozcan la gravedad de tantas decisiones tomadas y determinen condonar las deudas de los países que nunca podrán saldarlas». «Antes que tratarse de magnanimidad, establece Francisco, es una cuestión de justicia, agravada hoy por una nueva forma de iniquidad de la que hemos tomado conciencia».