Animados en la fe y confiados en la misericordia de Dios, nuestros obispos peregrinaron en la tarde de este miércoles 21 de febrero a la catedral Primada para entrar por la Puerta Santa, con motivo del Año Jubilar diocesano por los 500 años de la primera catedral y diócesis cubana.
Con la alegría de estar en la casa del Señor como anunciara el canto, se detuvieron frente a la imagen de San Juan Bautista, donde fueron rociados con agua bendita en señal de penitencia y recuerdo del Bautismo, mientras rezaban el salmo 50.
Luego se dirigieron al sagrario y, desde el silencio que glorifica, se les vió agradecidos y respetuosos ante ese inmenso misterio del Amor. Posteriormente hicieron la Oración del Jubileo ante la imagen de la Virgen de la Caridad.
La alegría mayor de esta tarde noche: la celebración eucarística, fue una invitación total a la conversión. Esta vez la proclamación del Santo Evangelio estuvo a cargo del P. Osmany Massó Cuesta, vicario de nuestra diócesis. En la homilía Mons. Emilio Aranguren obispo de la Diócesis de Holguín y presidente de la Conferencia Episcopal, comentó que la presencia de los obispos católicos en Santiago de Cuba era expresión de la fraternidad con los santiagueros y su compromiso de caminar unidos a ellos. Agradeció además la presencia del Excmo Mons Giampero Gloder, nuncio apostólico en Cuba.
La lectura del libro de Jonas (3,1-10) y el Evangelio (Lucas 11:29-32) nos mostraron cómo entre la época del profeta, la de Jesús y la nuestra existe increíblemente una gran similitud: Dios aún espera que cambiemos de vida mientras nosotros insistimos muchas veces en pedirle una señal.
Con la bendición final Monseñor Dionisio García Ibáñez hizo una reiterada exhortación a la conversión. A la salida, ya en el atrio, pudo verse al arzobispo de Santiago de Cuba bendecir a esta ciudad, como gesto de agradecimiento a una tierra que ha visto germinar las semillas de la fe a través de la Historia gracias a la presencia de la iglesia.
Aliuska Ponce de León
