
Este domingo 19 de octubre, la Iglesia universal celebra el DOMUND, el Domingo Mundial de las Misiones. Es un día no solo para recordar, sino para actuar: para abrir el corazón a las necesidades del mundo y, en particular, a las realidades que viven nuestros hermanos en lugares donde la fe se entrelaza con la lucha cotidiana por la dignidad. Este año para la celebración de la Jornada se ha escogido como tema “Misioneros de esperanza entre los pueblos».
En las redes sociales muchos se han hecho eco del mensaje de motivación para esta celebración de 2025. El lema de este año para el Domund”, viene dado en el mensaje del papa Francisco para este Día. En él, recordaba a cada cristiano, y a la Iglesia como comunidad de bautizados, su vocación fundamental a ser mensajeros y constructores de esperanza. Esta vocación necesita el apoyo del resto de la Iglesia. ¿Cómo? Hay tres formas de cooperación misionera: personal, espiritual y económica. No se trata sólo de colaborar con la misión, sino de participar en ella.


En Cuba, la misión de la Iglesia católica no se limita a los templos ni a los altares. Se extiende por barrios humildes, lugares olvidados, hogares sin luz ni medicinas, personas que carecen de lo esencial y comunidades rurales donde es grande la necesidad.
Los misioneros —sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos comprometidos— no llevan solo el Evangelio en palabras, sino en gestos concretos: un plato de comida, una medicina compartida, una palabra de aliento, una catequesis de formación, un abrazo que dice “no estás solo”.


En medio de la compleja situación económica que atraviesa la isla, la labor misionera se ha convertido en un puente de solidaridad, en un faro de esperanza. La Iglesia, con humildad y valentía, sigue siendo presencia viva de Cristo entre los más vulnerables. Y esta misión no sería posible sin el apoyo generoso de tantos fieles alrededor del mundo que, a través del DOMUND, hacen posible que el amor se haga acción.
Pero la misión no es solo cosa de “otros”. Es también nuestra responsabilidad. Cada uno de nosotros está llamado a ser misionero allí donde está: en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestras calles. Y si tenemos algo material que compartir, sí podemos acompañar con la oración, con la generosidad y con el compromiso de construir un mundo más justo y fraterno.


Hoy, más que nunca, se necesita manos que sirvan y corazones que crean. No se trata de hacer grandes cosas, sino de hacer con amor lo que está a nuestro alcance. Porque en cada gesto de entrega, en cada donación, en cada oración, estamos sembrando semillas de esperanza que florecerán en el corazón de quien las recibe.
Que este DOMUND no pase en silencio. Que nos despierte a la alegría del servicio y al coraje de la solidaridad. Porque, como decía san Pablo VI: “El mundo no necesita tanto de palabras, sino testigos”. Seamos, entonces, testigos vivos del amor que transforma.


¡Misioneros en espíritu, servidores en la práctica!
Con María, Estrella de la Evangelización, caminemos juntos hacia un mundo más humano, más justo… y más cubano en su dignidad.
FOTOS TOMADAS DE LOS MUROS DE LAS PARROQUIAS Y DIÓCESIS.