La parroquia El buen pastor de Jesús del Monte, primada de extramuros de La Habana, es un templo que ha brindado servicios religiosos ininterrumpidamente por más de tres siglos, 336 años para ser exactos (fundada en el año 1689) y conservando la misma estructura arquitectónica desde 1870.
Este domingo 13 de julio abrió sus puertas, para recibir a los fieles que llegaron a la celebración que anunció la reinauguración del templo, que acoge a los vecinos de la Calzada de 10 de Octubre, donde se encuentra enclavada.


Su Eminencia, el Cardenal Juan de la Caridad García, estuvo a las puertas del histórico lugar de culto, y desde allí dio la bienvenida a los asistentes. Antes de entrar, recibió de manos de Monseñor Octavio Cisneros, obispo emérito de Brooklyn, el proyecto que guió la reconstrucción.


Este histórico templo se ubica en la cima de una loma que quedó en el centro del recorrido del tornado que en la noche del 27 de enero de 2019 y en solo 16 minutos, afectó la ciudad de La Habana, dejando grandes estragos en su estructura. En ese momento fue noticia como los vientos arrancaron la cruz de esta emblemática iglesia, además de otros graves daños en techo, mobiliario y alrededores.



Tras dar tres golpes en la puerta, el cardenal Juan de la Caridad, dio inicio a la celebración que presidió, en la que concelebro junto a varios sacerdotes de la arquidiócesis, y a la que asistieron vecinos y laicos de otras comunidades cercanas.


Invitó en un momento a fieles que fueron bautizados en dicha iglesia, a que pasaran al frente para celebrar el paso de los años y renovar su bautismo. En su homilía destacó la importancia de este templo en la vida de muchas personas que han pasado y llegado hasta allí, buscando la compañía, el consuelo, el abrazo, el perdón o simplemente el silencio y la calma.

Resaltó que “esta es la casa en la que durante siglos se ha practicado la caridad, y una caridad como la que ocurrió tras el paso durante el tornado, cuando se repartió comida, ropa y ayuda”. Agradeció a Dios, por la maravilla ocurrida allí “durante varias semanas”
Hizo referencia a puntos históricos de cuando el Obispo Compostela defendió a los vegueros ahorcados en esas inmediaciones el año de 1723, por no estar de acuerdo con el estanco del tabaco, primera rebelión armada contra la metrópoli.


El arzobispo habanero invitó a los feligreses de la comunidad a disfrutar y cuidar lo logrado en esta restauración, que viene siendo una más de otras tres grandes reconstrucciones en los años 1689, 1698 y 1870.
La iglesia Jesús del Monte como se le conoce entre los habaneros, queda invisible a la vista de los transeúntes que van por la calzada, pero su historia destaca momentos significativos desde que surgió como un bohío, a decir de los conocedores.



El archivo parroquial posee el documento oficial más antiguo de la localidad, correspondiente al acta matrimonial de una pareja de origen canario, firmado por el Obispo Diego Evelino de Compostela, el 3 de noviembre de 1689. la ermita se construyó de embarrado y guano, con el primer cementerio de rango a cielo abierto de la ciudad, en tierras del demolido ingenio San Francisco de Paula, alias Jesús del Monte, por iniciativa del mismo Obispo, para acercar los servicios de la iglesia a las zonas rurales.
Queda así resguardada la historia con este nuevo proceso de restauración, que se ha llevado a cabo gracias a muchos que han puesto su mano amiga, su apoyo, su ayuda y servicio.


Más de 100 curas han pasado por allí y han dejado su impronta, lista que se enriquece con el actual párroco el Padre Manuel Vega Orbay, quien al final de la misa hizo uso de la palabra para agradecer a los que han estado vinculados a este proceso de restauración y a los asistentes a la celebración, que también han sido apoyo y compromiso. La importancia de este templo se materializó con la presencia de Carmen, una abuelita que con 99 años no deja de asistir a misa quedando como la persona de mayor edad en la comunidad.

Sobria, renovada, sencilla luce ahora la Iglesia Jesús del Monte. Los años pasan y van dejando huellas que quedan entre sus paredes. Felizmente, desde la cima de la loma cuida y vela la ciudad. Desde allí se reza y pide cada día ininterrumpidamente desde hace más de 3 siglos.
