Cerca de quince jóvenes provenientes de varias parroquias de la Arquidiócesis de La Habana participaron recientemente en una convivencia de verano para animadores juveniles, convocada por el equipo de Pastoral Juvenil junto al Movimiento Comunión y Liberación.
“La idea surgió a partir de una experiencia anterior”, explica Giampiero Aquila, quien añade: “Fue madurando con el tiempo, aunque el proceso se fue alargando. Eso permitió que se crearan las condiciones para que naciera este encuentro con el lema ‘Salvados por la esperanza’”.


Un ambiente de apertura y entrega.
Giampiero destacó la actitud de los participantes: “Sorprende la disponibilidad de los jóvenes: sencilla, abierta, desinteresada”. Esta apertura se manifestó en la forma en que vivieron a plenitud cada momento preparado para el intercambio y la reflexión. Durante varios días, mediante espacios de silencio, reflexión y caminatas, los animadores guiaron a los jóvenes a mirar con mayor profundidad la realidad que les rodea.
Testimonios que conmueven.

Luismael confiesa: “Venía un poco escéptico, pero me voy con una recarga de energía”. Entre las actividades vividas se incluyen intercambios grupales, una peregrinación a la Basílica de la Virgen de la Caridad en Centro Habana y una visita al Centro de Salud “La Edad de Oro”, atendido por las Hijas de la Caridad. “Necesitaba salir del ritmo diario —asegura— y me voy con mucha esperanza”.
Para algunos fue la primera vez que visitaban el centro de salud. El encuentro con las Hermanas y su misión resultó conmovedor y profundamente edificante. Llegaron sin saber qué esperar, pero salieron renovados en su fe. Ver el amor con el que se entregan a personas vulnerables, enfermas o discapacitadas, les permitió descubrir la presencia de Dios en estas manos que deciden ver con el corazón.
Una espiritualidad encarnada en el servicio.

El Padre Junior Delgado, secretario de la Pastoral Juvenil, resume la experiencia: “Los muchachos han compartido el día a día: salir a la calle, ofrecer ayuda, rezar sin la presión del móvil, y sentir la necesidad de intercambiar con el otro”. Añade: “Queríamos que descubrieran que no estamos solos, y que juntos seguimos sembrando esperanza. Han podido ver que lo cotidiano exige lo mejor de nosotros, poniendo lo extraordinario al servicio del prójimo”.
Mirar con nuevos ojos.
Se fueron a peregrinar atravesando la ciudad de dos en dos, como Jesús envió a sus discípulos. Salieron sin el móvil, para desconectarse de aquello que les atrapa y no les deja ver lo que les rodea. Edu, de la comunidad San Juan Bosco, comparte que “caminar en silencio por la ciudad te hace ver lo que normalmente no percibes. Me quedo con la necesidad de seguir sirviendo”. Vestidos para alegrar y con la sonrisa en el rostro, acompañaron a las personas que viven en dicho centro de salud.


María, una joven española que también participó en el encuentro, encontró puntos de coincidencia entre Cuba y su país. Aunque miles de kilómetros los separan, comentó: “Es bonito entender que, aún en la realidad cubana, se puede encontrar esperanza y sentido en las cosas”. Estos días le brindaron herramientas para “aprender a encontrar la esperanza y mirar con otros ojos, porque nunca sabemos lo que nos puede deparar el futuro”.

Un deseo que se extiende.
Esta experiencia ha despertado entre coordinadores y participantes el deseo de replicarla en otras comunidades del país. Lo vivido revela que la mirada de los jóvenes cristianos, puede convertirse en faro y guía para otros, un punto de inflexión para aquellos a quienes Dios quiere alcanzar a través de sus acciones. Son ellos el instrumento que Él utiliza para motivar y salvar… en la esperanza.




