En el Día de Santa Lucía, los fieles se reúnen para celebrar su vida y su legado.

El 13 de diciembre es una fecha especial en el calendario litúrgico de la Iglesia Católica, dedicada a Santa Lucía, una mártir cristiana venerada por muchos en diferentes partes del mundo. La lluvia intermitente por momentos y el frío propio de diciembre, no hicieron mella en devotos que llegaron hasta las inmediaciones del municipio 10 de octubre, donde se encuentra uno de los templos que en Cuba está consagrado a esta Santa.
El Arzobispo de La Habana, Cardenal Juan de la Caridad García estuvo al frente de la procesión, programada para las 5 de la tarde. Le acompañaba el párroco de la comunidad, el Padre Francis Ylagan, Misionero del Verbo Divino, congregación que se encarga de atender este templo desde el año 2001.

Las condiciones meteorológicas no eran las mejores y algunos llegaron desde mucho antes de la hora programada para prever. Se congregaron en las cercanías del templo a esperar el momento de inicio de la celebración.


Santa Lucía, cuyo nombre significa «luz», es conocida por su devoción a la fe cristiana y su valentía frente a la persecución. A ella llegan cubanos sin distinción de edad o sexo, para pedir su cura ante padecimientos que tienen que ver con la vista. Ante esta imagen de la iglesia enclavada en una esquina de las calles Gertrudis y Segunda, La Habana, asistieron los fieles en agradecimiento y entrega.

Haciendo un breve repaso por su historia, es válido mencionar que Santa Lucía nació en Siracusa, Sicilia, en el siglo III. Según la tradición, se dice que su madre la prometió en matrimonio tras la muerte del padre. Pero la joven había hacho un voto de castidad y quería dedicar su vida a servir a los pobres y necesitados.
El novio, al sentirse rechazado, la denunció como cristiana ante las autoridades que le impusieron como castigo ser llevada a un prostíbulo para que saliera contaminada. No obstante, los soldados encargados de trasladarla no lograron moverla pese a atarla con cuerdas en pies y manos; Lucía permaneció inmóvil, como si estuviese petrificada.

Luego de pasada casi una hora de camino y ya dentro del templo ocupado de laicos, se celebró la misa presidida por el Arzobispo de La Habana. En su homilía destacó la historia de vida de Santa Lucía. Hizo referencia a la importancia de fomentar en el hogar, en la familia, la unión y el amor. Convidó a los presentes a salir de la celebración, con la idea puesta en hacer de esta experiencia y de esta fecha un momento de cambio.
La devoción a Santa Lucía ha inspirado numerosas obras de arte a lo largo de los siglos, representándola con sus atributos característicos: una bandeja con sus ojos y una palma de martirio. Estas representaciones artísticas son veneradas y apreciadas en iglesias y museos alrededor del mundo.

Las peregrinaciones a su tumba en Venecia, donde se guardan sus reliquias, y a Siracusa, donde nació y vivió, son actos de fe profunda que atraen a fieles de todo el mundo. En el Día de Santa Lucía, los fieles se reúnen para celebrar su vida y su legado, iluminando el mundo con la luz de su fe y su amor incondicional.

