El obispo español Alejandro Labaka y la religiosa colombiana Inés Arango han sido reconocidos como venerables por el Papa León XIV. Ambos entregaron su vida en 1987 en la Amazonía ecuatoriana, donde fueron asesinados tras ser confundidos con representantes de compañías petroleras.
Trayectoria de Alejandro Labaka: de España a la selva ecuatoriana
Alejandro Labaka, nacido como Manuel de Beizama el 19 de abril de 1920 en Guipúzcoa, España, inició su formación religiosa a los doce años en el Seminario Seráfico de Alsasua. Ingresó al noviciado capuchino en 1937 y realizó su profesión solemne en 1942. Durante la guerra civil española, sirvió como asistente en el frente sin portar armas. Fue ordenado sacerdote en 1945 y enviado a China, donde ejerció labores médicas y de evangelización durante seis años, hasta que la persecución religiosa lo obligó a regresar a España.

En 1954, Labaka fue destinado a Ecuador, primero en Guayaquil y luego en la región amazónica. En 1965 fue nombrado prefecto apostólico de Aguarico y, tras adquirir la nacionalidad ecuatoriana en 1967, intensificó su misión entre los pueblos indígenas, especialmente con el pueblo Huaorani. Defendió a estas comunidades frente a las amenazas de las empresas petroleras, lo que marcó el inicio de su camino hacia el martirio.
El compromiso misionero de Inés Arango

Inés Arango, nacida en Medellín, Colombia, el 6 de abril de 1937, ingresó a la Comunidad de las Hermanas Terciarias Capuchinas en 1954. En 1977, se sumó a la primera expedición misionera de su congregación en Aguarico, Ecuador, donde coincidió con Labaka. Juntos, se dedicaron a la evangelización y defensa de los pueblos indígenas en la Amazonía.
Mártires en defensa de los Tagaeri
Labaka y Arango lograron ganarse la confianza del pueblo Huaorani y se involucraron en el conflicto que esta comunidad mantenía con las petroleras, especialmente en la protección del pueblo Tagaeri, que vivía en aislamiento voluntario. El 21 de julio de 1987, ambos emprendieron un arriesgado viaje a la selva con la esperanza de mediar y proteger a los Tagaeri del avance de las compañías petroleras.
Al llegar, fueron recibidos inicialmente por mujeres y niños, pero los hombres de la comunidad los confundieron con emisarios de las petroleras y los atacaron brutalmente. Labaka recibió 17 lanzas y 80 heridas, mientras que Arango sufrió 70 heridas. Ambos murieron defendiendo a quienes consideraban sus hermanos.
Tomada de : Vida Nueva