Casa Sacerdotal San Juan María Vianney, Sábado, 29 de noviembre.
Con el amanecer que acariciaba las calles habaneras, la Casa Sacerdotal San Juan-Marie Vianney se vistió de fiesta. No era una fiesta cualquiera, sino un Jubileo, un momento de gracia para celebrar la comunión, evaluar el camino recorrido y reavivar la esperanza. Eran los voluntarios, sacerdotes y religiosas de los diversos proyectos que, como red de misericordia, teje Cáritas Habana a lo largo y ancho de la Arquidiócesis. Entre ellos, una presencia especial honraba la jornada: Mons. Manjaž Roter, Consejero de la Nunciatura Apostólica.

La mañana comenzó con el sencillo y significativo momento del encuentro: la inscripción. Pero aquí, cada firma en la lista era más que un nombre; era la historia de horas donadas, de alimentos compartidos, de ancianos visitados, de niños acompañados. Los coordinadores, con sonrisas amplias y abrazos sinceros, recibían a sus voluntarios, reconociendo en cada rostro un capítulo indispensable de esta gran obra.
Palabras que acogen y dinámicas que unen

El director de Cáritas Habana, Ángel Miguel, fue el encargado de dar la bienvenida oficial en la Parroquia de Santa Catalina de Siena, anexa a la casa. Sus palabras, cargadas de gratitud, trazaron el horizonte del día.
Luego, la acción tomó protagonismo. Alejandro Ariosa González, administrador de Cáritas, y Gloria Hernández Barrios, coordinadora del Programa de Personas Mayores, guiaron una dinámica fraterna. Los participantes se agruparon según sus meses de nacimiento. En cada círculo, no solo se compartían fechas, sino la esencia de su servicio. Fue un tejido rápido y emotivo de vidas puestas al servicio.


Con ese espíritu de familia, el director presentó un gran mapa de la Arquidiócesis de La Habana. Uno a uno, representantes de cada proyecto fueron avanzando para ubicar geográficamente su misión. Fue un momento visualmente poderoso: ver cómo puntos de luz “de caridad” se esparcían por toda la ciudad, de Caimito a Madruga, de La Habana Vieja a la Isla de la Juventud, confirmando que la caridad no conoce fronteras.
La alegría del servicio que se canta

La solemnidad dio un giro festivo con el animado segmento dirigido por la Hermana Odita RAD, la Hermana María Isabel SSJ, Alejandro Ariosa y un grupo de jóvenes de la comunidad de los Escolapios de Guanabacoa. Los cantos y bailes que impulsaron no eran un simple entretenimiento, sino la expresión de una fe alegre, de un servicio que brota del corazón agradecido y se celebra en comunidad. Las palmas y las voces elevadas llenaron el templo, derritiendo cualquier formalidad y recordando que la verdadera caridad nace de un corazón alegre.
La Eucaristía, fuente y cumbre

El momento culmen, el sol que iluminó toda la jornada, fue la Santa Misa. El altar fue presidido por Su Excelencia Reverendísima Juan de la Caridad García, Arzobispo de La Habana, y copresidido por Mons. Manjaž Roter, el P. José Juan Sch y el P. Francis Ylagan SVD.
En su homilía, el Arzobispo, visiblemente conmovido, destacó la identidad profunda de cada voluntario. Mons. Roter, por su parte, transmitió con su presencia el afecto y el aliento de la Nunciatura Apostólica, enlazando el servicio local de Cáritas Habana con el corazón misericordioso de la Iglesia universal.


La comunión no fue solo sacramental, sino profundamente fraterna. Al recibir el Cuerpo de Cristo, cada voluntario renovaba su propia entrega como cuerpo entregado al servicio de los demás.
Un envío en comunión
El Jubileo concluyó sin un adiós, sino con un “hasta pronto” cargado de propósito renovado. Los participantes no se retiraron con un simple recuerdo, sino con la certeza de ser parte de un mismo Cuerpo, de una misma familia misionera. Salieron, como entraron, siendo el alma de Cáritas, pero ahora con el corazón aún más ardiente, la red más fortalecida y la alegría de saber que, en la viña del Señor en La Habana, no trabajan solos.


Este sábado, en la Casa San Juan María Vianney, no se celebró un aniversario más. Se celebró el milagro cotidiano de la caridad que se hace rostro, manos y presencia. Se celebró la Iglesia en salida, que huele a oveja y encuentra a su Pastor en cada hermano servido.
FOTOS Y TEXTO: Tomado del muro de Cáritas Habana.
