Pedro Santiago. – La congregación de Misioneras Agustinas Recoletas (M.A.R.) conmemora este 23 de julio un hito significativo en su historia: tres décadas y cuatro años de presencia ininterrumpida en territorio cubano. Esta celebración, conocida simbólicamente como «Bodas de Amapola», representa no solo el paso del tiempo, sino el florecimiento de un compromiso profundo con la evangelización y el servicio a los más necesitados.
El origen de esta presencia se remonta a 1991, cuando la entonces Superiora General, Hermana Rosa López, junto a su consejo, respondió al llamado de Monseñor Adolfo Rodríguez Herrera para establecer una comunidad religiosa en la Parroquia Nuestra Señora de la Candelaria, en Morón, provincia de Ciego de Ávila.
Desde ese momento fundacional, las hermanas han sido testigos privilegiados del crecimiento espiritual de generaciones enteras. Han acompañado a jóvenes que hoy son adultos y han visto nacer nuevas familias, convirtiéndose en parte integral del tejido social y religioso de la comunidad moronense.

La labor de las Misioneras Agustinas Recoletas ha destacado especialmente durante los períodos más desafiantes de la historia reciente cubana. Durante el llamado «Período Especial» y en los tiempos actuales de escasez material, su compromiso nunca ha flaqueado. Su presencia ha sido un faro de esperanza en medio de las dificultades, ofreciendo no solo apoyo espiritual, sino también acompañamiento humano a quienes más lo necesitan.
Actualmente, la comunidad está conformada por tres hermanas consagradas que dedican su vida al servicio parroquial:
– Hermana Esther Julia Manzano
– Hermana Rosalina Menegheti
– Hermana Jocerlane Silveira dos Santos
Estas religiosas han hecho suyo el carisma MAR, caracterizado por la fidelidad a Cristo y a la Iglesia, promoviendo activamente la nueva evangelización desde la riqueza de su tradición agustiniana recoleta.
La presencia de las Misioneras Agustinas Recoletas en Cuba trasciende las actividades litúrgicas tradicionales. Su labor se extiende a la formación cristiana, el acompañamiento pastoral de familias, la catequesis y el servicio a los más vulnerables de la sociedad.
En palabras de la propia comunidad parroquial, estas hermanas han logrado «sembrar semillas de esperanza y evangelización» en un contexto marcado por las carencias materiales y las necesidades espirituales. Su testimonio de vida consagrada se ha convertido en «rostro vivo del Señor» para todos aquellos que buscan consuelo y orientación.

Al celebrar estas Bodas de Amapola, la comunidad católica de Morón y toda la Diócesis de Ciego de Ávila expresan su profunda gratitud por la entrega generosa de las Misioneras Agustinas Recoletas. Su presencia ha sido, y continúa siendo, un regalo providencial que fortalece la fe y alimenta la esperanza del pueblo cubano.
Este aniversario no solo invita a la celebración, sino también a la reflexión sobre el impacto transformador que puede tener una vida dedicada completamente al servicio de Dios y del prójimo. Las 34 años de presencia MAR en Cuba son testimonio vivo de que el amor verdadero se manifiesta en la constancia, la lealtad y la entrega incondicional al llamado divino.
