Misa en el corazón de la bahía: Cayo Carenas celebra a la Virgen del Carmen.

Redacción: Jorge Luis Nodal Cordero. Fotos: Susana García

Cienfuegos, 16 de julio de 2025 — En medio de las serenas aguas de la bahía de Jagua, sobre la pequeña porción de tierra que conforma Cayo Carenas, volvió a brillar la fe. Como cada 16 de julio, la capilla de Nuestra Señora del Carmen abrió sus puertas para celebrar con júbilo su fiesta patronal, en una eucaristía que es tan esperada como entrañable para los devotos que cada año se embarcan para rendir homenaje a la Virgen del Carmen, estrella de los mares y patrona de los navegantes.

Presidida por el obispo diocesano, Mons. Domingo Oropesa Lorente, la celebración de este año tuvo un marcado acento misionero. Concelebraron junto a él el P. Antonio Drouineau, párroco de la comunidad de San José en Paraíso, y el P. Jesús Toledo, sacerdote llegado desde España, acompañado por un grupo de laicos misioneros que han estado animando actividades pastorales con niños y jóvenes de la diócesis.
Durante la homilía, Monseñor Domingo Oropesa recordó que “así como esta capilla permanece firme en medio del mar, también nuestra fe debe sostenerse en Dios, con la ayuda de la Virgen del Carmen, que nunca abandona a sus hijos.”

La misa se celebró dentro del emblemático templo, una construcción que resiste con nobleza el paso de los años y que mantiene su excelente estructura de mampostería y placa. Allí, entre muros cargados de historia, se vivió un momento de profundo recogimiento y fervor mariano.
Como es tradición, al finalizar la eucaristía la imagen de la Virgen fue llevada en procesión a través de los senderos del islote. Luego, sobre las aguas que la abrazan, navegó en un pequeño bojeo en barco, bendiciendo con su presencia la bahía que por más de un siglo ha custodiado.

– Una historia forjada entre fe y huracanes –

La historia del templo de Nuestra Señora del Carmen en Cayo Carenas es también la historia de la fe perseverante de un pueblo. En 1908, la Iglesia compró un terreno frente al Callejón de Coll para edificar allí una pequeña capilla de madera. Pero el ciclón de 1935 arrasó con todo: viviendas, embarcaderos, y también con aquel primer templo. La devastación, sin embargo, no sepultó la devoción.

Fue la Srta. Clementina Villalón Grosso quien, con férrea voluntad, lideró la reconstrucción. En 1949 comenzó a recaudar fondos organizando ferias, juegos y otras actividades comunitarias. Convenció al ingeniero Federico Navarro para diseñar gratuitamente el nuevo templo, y con el apoyo del maestro de obras Ventura Urizar, se erigió un edificio sólido, de ladrillos y hormigón, de 8.5 por 20 metros, con un puntal de 5.5 metros. Cada saco de cemento, cada ladrillo y hasta el agua necesaria para la mezcla fue trasladada en patanas desde tierra firme y acarreada a mano por los fieles hasta la cima del cayo.
Ese mismo año, el entonces alcalde de Cienfuegos, Arturo Sueiras, gestionó la instalación de una planta eléctrica, lo que permitió colocar en lo más alto de la torre una cruz lumínica hecha con lámparas fluorescentes, signo de fe visible desde la ciudad.

A día de hoy, la capilla de Nuestra Señora del Carmen sigue siendo el único templo de Cienfuegos al que solo se puede llegar por mar. Su ubicación la convierte en símbolo de encuentro, esfuerzo comunitario y fe inquebrantable. Cada julio, quienes se embarcan hacia Cayo Carenas no solo hacen un viaje geográfico, sino también espiritual.

Desde su pequeña isla, la Virgen del Carmen sigue siendo faro de consuelo y guía para los que cruzan las aguas en busca de paz, esperanza y bendición.

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