Como cada año con la salida del sol, los católicos santaclareños se congregaron en la antigua ermita de la Virgen del Carmen para recordar el hecho fundacional de la otrora Villa Gloriosa Santa Clara de Asís, ocurrido hace 336 años, y poner ante el altar del Señor las alegrías y tristezas del presente.
Con gran solemnidad el pueblo entonó las notas del Himno Nacional y el de la ciudad, en una Eucaristía que fue un llamado a la unidad en Dios, a la paz, a la cercanía, a la preocupación y la ocupación por los que nada tienen; a través de los textos bíblicos del día, que fueron una luz para entender las circunstancias pasadas e iluminar nuestro presente.

Mons. Arturo González Amador en su homilía recordó las últimas líneas del Salmo 68: “porque el Señor jamás desoye al pobre ni olvida al que se encuentra encadenado”. El Padre Obispo hizo notar lo hermoso del texto y lo profundo, “no son palabras lindas al oído, las que escuchamos hoy, son palabras que levantan el ánimo, palabras inspiradas por Dios: “se alegran los que sufren» (…) Dios que se acerca a los pueblos para mostrarle un camino mejor que conduce al bien y a la fraternidad, porque «quienes buscan al Señor tendrán más ánimo».

Y continuó diciendo a todos que este es un día de recordación, pero “lo primero es renovar nuestra fe y nuestra confianza en el Señor que viene a acercarse a los que sufren (…) hoy hay que echar una obligada mirada al ayer, a nuestros padres fundadores y preguntarnos ¿Cómo hemos acogido esa cercanía del Señor a nosotros?, preguntarnos ¿Cómo hemos acogido al Señor y cómo lo ha acogido nuestro pueblo? Esta ciudad nació del Altar, buscando y levantando la mirada a Dios, pero con el paso de los años ¿qué hemos hecho? Hoy es un día para decirle al Señor perdónanos porque quitamos tu imagen de nuestras salas y colocamos imágenes de hombres haciéndolos dioses (…) Perdóname y discúlpame a mí y a todos los que te rechazaron Señor”.
“Queremos tu presencia, que nos haga descubrir la realidad objetiva, no los discursos llenos de mentiras. Miremos hoy en nuestra ciudad a los que no tienen techo, a los que buscan en los latones de basura, a los mendigos, inspira proyectos que nos lleven al bien, a la prosperidad, que nos ayuden a vivir la ilusión, la esperanza, porque Señor, se nos ha acabado el aceite de la esperanza (…) Levantemos nuestra vista perdida al Dios que hace nueva todas las cosas”.

Este año el Obispo tuvo a bien concluir la celebración con un tiempo de oración ante el Señor, a Él dirigió plegarias por el presente de los hijos de esta ciudad y Diócesis de Santa Clara, por los que están o han tenido que partir a otras tierras, a todos los bendijo desde el altar con el Santísimo Sacramento.
Según algunos datos históricos, Santa Clara fue fundada por 175 personas el 15 de julio de 1689. Ciento treinta y ocho de ellos pertenecían a dos grandes familias que ya vivían en la zona y eran, por lo tanto, los propietarios de la tierra junto al lugar elegido para la nueva ciudad. Los otros 37 procedían de otras 7 familias, más un sacerdote y un gobernador, y eran todos ellos originarios de la ciudad costera de San Juan de los Remedios.


La población de Remedios se debatía entre la opción de dejar su ciudad, constantemente asediada por los ataques de piratas, o permanecer en el lugar. Si bien la mayoría de ellas finalmente decidió quedarse, estas 37 personas viajaron hacia el sur y el 1 de junio de 1689 llegaron a una colina donde se reunieron con las otras dos familias existentes. Se celebró una misa bajo un árbol de tamarindo, y con ello se dio por fundada la ciudad. Desde entonces, el lugar bajo el árbol es conocido como la «Loma del Carmen». Después se construyó una iglesia cerca del árbol para conmemorar el suceso.


Antes de concluir, el celebrante agradeció la hermosa Eucaristía vivida e invitó a los presentes a unirse a la oración por el pueblo cubano, que nuestros obispos han recomendado rezar.
Oficina de Prensa del Obispado de Santa Clara
REDACCIÓN: Omar Vega Rodríguez
FOTOS: Miguel Ángel Benítez