
En un gesto de cercanía y escucha, monseñor Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados y Organismos Internacionales de la Santa Sede, sostuvo un significativo encuentro con algunos de los protagonistas de la caridad en la arquidiócesis de La Habana.
El encuentro tuvo lugar este 6 de junio, a las 11:00 am, en la iglesia Santa Catalina de Siena, ubicada en el corazón del Vedado habanero. Allí, rodeado de la sencillez del espacio parroquial y a pesar del calor que sobrecogía a los presentes, Monseñor Gallagher intercambió con sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos comprometidos y responsables de proyectos de ayuda social que dedican su vida a atender a los más vulnerables: enfermos, ancianos y tantos otros afectados por las duras realidades del país.

El Cardenal Juan de la Caridad García, Arzobispo de La Habana, acompañó de al alto representante vaticano. También estuvieron presentes, monseñor Antoine Camilleri, Nuncio Apostólico en Cuba, y varios obispos de otras diócesis cubanas, subrayando la importancia del momento para la Iglesia en la Isla.
El enviado de Su Santidad comenzó leyendo un mensaje en el que mencionaba el deseo del Papa León XIV. – Él me ha pedido que les haga llegar su afecto, su cercanía y su bendición a cada uno de los presentes, para que también las hagan llegar a sus comunidades, dijo.

La iglesia en la que todos somos importantes, continuó, es experta en humanidad, por eso es bien consciente de las dificultades de la vida, y además sabe que el dolor se pone a prueba, cuando la esperanza parece derrumbarse ante el sufrimiento.
Estamos llamados a realizar, con compromiso y dedicación, gestos de esperanza allá donde las tinieblas parece que quieren asfixiarnos. Continuó diciendo a los presentes que, – deben sentirse muy reconfortados, porque más que un honor es una responsabilidad, el poder ser instrumentos de Dios, para replicar su amor a través de sus acciones e iniciativas.

Monseñor Eloy Ricardo Domínguez, obispo auxiliar de La Habana, presentó el momento e invitó a los interesados a que se acercaran y fueran comentando un poco acerca de la labor que realizan, para que el visitante pudiera llevarse una idea de cuál es la realidad que viven en sus espacios.
Carmen María Nodal, directora de Cáritas Cuba, fue la primera persona en tomar la palabra, aprovechando para compartir lo que se hace desde la organización que dirige. Cáritas Cuba está presente en las once diócesis del país. Tiene vínculo directo con los obispos y sus directores diocesanos.


Cáritas ayuda en todo lo posible a todos los sectores de la sociedad. Apoyan diferentes proyectos, desde VIH Sida hasta los efectos del cambio climático. Dijo que el año pasado fueron apoyadas cerca de 35 mil personas y 8600 familias, gracias a los voluntarios, aun siendo ellos también personas vulnerables.
El Padre escolapio Alberto Sola Ros, presidente de CONCUR, dijo que agradecía el enorme esfuerzo que hacen las diferentes congregaciones que trabajan en la isla a pesar de la situación. Pidió añadir solo un detalle, respeto y escucha ante la labor que hacen quienes vienen a entregarse en este pueblo.

Durante más de una hora, se desarrolló un diálogo fluido, marcado por la sinceridad y la profundidad. Los presentes tuvieron la oportunidad de presentar, de primera mano y sin intermediarios, la compleja realidad que define la vida cotidiana en Cuba.
Una hermana en representación las Adoratrices, que hace 17 años están en el país, dijo que trabajan específicamente con las mujeres que ejercían la prostitución, y en el lugar donde viven llegan muchachas vulnerables, pero su congregación no cuenta con recursos para llevar adelante su labor.

Su misión es darles una oportunidad a estas jóvenes mostrándoles que Dios existe y las acompañan no solo a ellas, sino que llegan también a sus núcleos familiares que pasan por calamidades. El año anterior sacaron 80 mujeres de la calle, pero el futuro es incierto por la falta de medios con que cuentan.
Fueron precisamente los laicos y encargados de proyectos caritativos quienes, con testimonios concretos, ilustraron al secretario vaticano «cómo es el día a día» en la labor de sostener estos espacios vitales de ayuda.

Blanca Caridad, representando a los laicos, habló de un proyecto que surgió en 2021 para ayudar a los deambulantes. Dijo que en este momento llegan a 8 municipios de la capital y reciben ayuda de las personas caritativas, porque no cuentan con apoyo de organizaciones. Comentó que asumieron un mayor compromiso, tras recibir en octubre del año 2023 la bendición apostólica por este servicio, que nació en medio de la pandemia a pesar de lo que se vivía en el mundo.

Fue muy apreciada la disposición de escuchar que mostró el obispo Gallagher, muchas veces materialmente no se puede hacer mucho, pero la escucha hace bien, dijo la Hermana María Rosa, sierva de María. Describió los esfuerzos, creatividad y resiliencia a pesar de lo que les ha tocado vivir desde el triunfo de la revolución. Asumen el cuidado gratuito de enfermos, ofrecen comida a cuarenta personas de lunes a sábado y comparten medicamentos por recetas. Dejó claro que son muchas las necesidades, y la condiciones con que cuentan para el servicio son pésimas, y aunque quisieran, no pueden llegar a muchos más.
Después de un buen rato dedicado a este compartir, pidió la palabra Sor Nadieska Almeida, de las Hijas de la Caridad, quien le dirigió una pregunta al visitante sobre la impresión que se lleva. A lo que contestó – veo algunos progresos, pasos positivos-. La religiosa parte le comentó que – muchas veces se necesita la misma experiencia para los que están en la isla-.

En medio de una situación económica que impacta severamente a innumerables familias cubanas, aumentando las necesidades y los desafíos logísticos, pidió la Hermana Iyala que se mantenga el acompañamiento desde la oración, pero también que buscaran un diálogo real con el gobierno, desde la verdad, la justicia para poder continuar sirviendo a este pueblo.

El encuentro sirvió para visibilizar y reconocer la labor incansable, muchas veces silenciosa, de estas redes de caridad eclesial. Se destacó especialmente el rol crucial de la iglesia y las diversas iniciativas solidarias dirigidas a los más necesitados.
Más allá de un protocolo, este intercambio fue un momento de comunión, escucha activa y mutuo aliento. Permitió a la Santa Sede captar, desde la base, los retos y las esperanzas que acompañan el camino de la Iglesia cubana en su servicio caritativo, un pilar esencial de esperanza y apoyo concreto en el contexto actual.
FOTOS: Victor Manuel.