El cielo ya no está solo. La tierra ya no está a oscuras.
Hermanos, digan conmigo: «Gloria a Dios en las alturas»

Así comenzábamos la celebración de la Eucaristía de este 25 de diciembre de 2024. Con un cambio de hora debido a la conocida realidad de falta de corriente, la misa estuvo presidida por nuestro Arzobispo Mons. Dionisio García, acompañado del P. Rafael Ángel López-Silvero, párroco de la Catedral, y el P. José Manuel Hernández, párroco de Santo Tomás Apóstol.
La celebración, como cada año, nos lleva a volver nuestras miradas y nuestros pensamientos a lo que sucedió en Belén, por eso nuestra esperanza se renueva y nuestra fe se agiganta.

En la homilía Mons. Dionisio García comenzó haciendo una reflexión sobre el amor al que Dios nos invita, a vivir. “Podemos tener mucha sabiduría”, expresaba, “mucho dinero, mucho poder”, y agregó, “pero si nos falta el amor, estaremos tristes”.
En otro momento, refiriéndose a las lecturas, nos comentó sobre el acontecimiento narrado, las personas que aparecen en la historia, María, José, los pastores y como estos últimos salieron a anunciar lo que vieron, movidos por la fe. El evangelio, sin embargo, no narra el acontecimiento, pero sí reflexiona sobre este, dando continuidad a lo que nos narra el Génesis en su primero capítulo y con un mensaje fundamental, la conversión.

En esta celebración, tanto las lecturas, el guion, como la presentación de las ofrendas, estuvieron en manos de jóvenes.

Al terminar, un signo muy propicio para el día en que quedó inaugurado por el Santo Padre Francisco, en Roma, el Año Jubilar 2025. Nuestro Arzobispo tomó en sus manos la imagen del Niño Jesús, del nacimiento colocado a un lado del altar, y lo presentó a los feligreses para, en un tiempo de silencio, lo adoráramos. A Él, toda la gloria.
Con la bendición especial de este día y una felicitación para todos los presentes y para todos los santiagueros, culminó la celebración del nacimiento de nuestro Señor en Santiago de Cuba, 25 de diciembre de 2024.




FOTOS: Abraham
