Por: Josefina Illarreta Peña
La Habana, 16 de Octubre de 2015. Entre los gritos y ovaciones dedicados a Su Santidad el Papa Francisco en la La Habana el pasado 20 de septiembre, se escuchaban unos muy especiales mezclados con naturalidad y con la misma euforia que acompañaba a los otros, eran los que provenían de un grupo de personas con Síndrome Down que tuvieron la dicha de participar en la Misa en un espacio reservado, muy cerca del altar.
Para ellos, beneficiarios de diferentes proyectos del Programa Aprendiendo a Crecer de Cáritas Habana, este día fue increíblemente especial y, como algunos expresaron “… difícil de olvidar…”, donde disfrutaron de cada detalle de la liturgia y ni el sol ni el calor los apartaron del ambiente de atención que requería el momento. Acompañados de varios especialistas, voluntarios de Cáritas, de los cuales reciben atención y terapias habitualmente, ellos sintieron “…la caricia de la Madre Iglesia a sus hijos…”[1] al poder divisar la figura de Francisco que de por sí sola transmitió alegría y misericordia.