María de los Ángeles Sánchez Sorí
Diócesis de Cienfuegos. Santa Iglesia Catedral de Cienfuegos, 28 de noviembre de 2016: En horas de la tarde del 19 de noviembre último, con la Santa Misa en la Catedral de Cienfuegos, presidida por monseñor Domingo Oropesa Lorente, obispo diocesano, concelebrada por los sacerdotes; y con la presencia de diáconos permanentes, religiosos, religiosas y miembros de las diversas parroquias de la Diócesis, cerró sus puertas el Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia, que fue convocado por el Santo Padre Francisco e inició el pasado 8 de diciembre.
En la ciudad de Cienfuegos, desde la mañana de ese día se realizaron actividades para celebrar el fin del Jubileo. Jóvenes de diversas parroquias y algunas pequeñas comunidades de la diócesis cienfueguera se reunieron en el Obispado y partieron con la misión de visitar enfermos en sus hogares, a los que residen en el Asilo, en la Casa del Abuelo, a un grupo de Alcohólicos Anónimos. En tanto el grupo juvenil “Los payasitos de Rodas”, deleitaron a los abuelos que permanecen en el Hogar Provincial para ancianos.
Al mediodía el Apostolado de la Misericordia convocó a los fieles para la Adoración al Santísimo Sacramento que estuvo expuesto en la Catedral. Fue un momento intenso de oración y testimonio, posteriormente el Coro Parroquial de la Iglesia Mayor de Trinidad, ejecutó un concierto.
Después el padre Rafael, párroco de la Catedral, explicó el sentido del Año Santo de la Misericordia, de la Indulgencia e invitó a recibir el sacramento de la Penitencia. Fueron muchos los que pudieron recibir la misericordia de Dios en la confesión, pues casi todos los sacerdotes de la Diócesis estaban presentes.
Para iniciar la celebración eucarística los fieles, que llegaron de todas las comunidades diocesanas, y que llenaban la Catedral, se dirigieron a las afueras del templo para cruzar por última vez, en este Año Jubilar que concluyó, la Puerta Santa, y recibir las bendiciones y gracias especiales que se derraman por la indulgencia plenaria.
Cuando se cruzó la Puerta Santa, significando todas las cosas buenas y renovadas que el Señor pone en el cristiano para cambiar de vida, e indicar a todos los fieles que pasar por la puerta de la iglesia significa una actitud de acogida, de agradecimiento, de pedir perdón, de pedir nuevas gracias, y saber con seguridad que vamos a recibir una bendición, una gracia especial y esa es la indulgencia plenaria, lo cual supone una renovación y una actitud de conversión y de arrepentimiento.
En su homilía Mons. Domingo hizo referencia a la alegría que ha significado para los católicos cubanos la celebración simultánea en el tiempo, de dos jubileos, uno dedicado al Centenario de la proclamación de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre como Patrona de Cuba, y el otro a la Misericordia de Dios; y señaló que el uno remitía al otro, “la Virgen Santísima nos invita a mirar a Aquel que es la Puerta: Jesús”, y añadió que “el Año Jubilar de la Misericordia termina, pero la misericordia de Dios no, porque su misericordia es eterna”.
El obispo concluyó pidiendo al Dios de la Misericordia “sus gracias y bendiciones para todos aquellos que durante este Año Jubilar han escuchado la llamada de Dios y han tenido sus corazones abiertos para compartir la experiencia de la misericordia divina”.