Como parte de la Pastoral Social, Jolopi atiende y acompaña a los discapacitados y sus familias y se inserta a la animación  pastoral que a nivel diocesano realiza el Programa “Aprendiendo a crecer”. El nombre del grupo es un acrónimo  formado por las primeras letras de  José López Piteira, primer beato cubano y uno de los mártires asesinado por odio a la fe durante la persecución religiosa de 1936 en España.

La historia de este grupo cumanayagüenses de asistencia y promoción humana se remonta a 1996 con la fundación aquí de la FRATER, posteriormente denominada Discapacitados, por razones estratégicas del Equipo Diocesanos de Cáritas y a propuesta de Mons. Emilio Aranguren entonces Obispo de Cienfuegos.

Aunque sus objetivos dan continuidad a la labor de promoción de los discapacitados presentes desde sus inicios, en el 2003, el trabajo del grupo es impulsado a nuevos desafíos de inclusión social y espiritualidad cristiana con una nueva directiva y animado por laicos de la Santa de Cruz de Cumanayagua. Sería a partir de 2008 que es rebautizado localmente con el nombre de Jolopi, motivado por la beatificación de Fray José López Piteira, monje agustino nacido en Cuba, por el papa Benedicto XVI en Roma un año atrás.  

Marita Ravelo, coordinadora del programa explica que hoy son atendidos 30 discapacitados del pueblo con diversos tipos de enfermedades invalidantes. Se realizan dos encuentros mensuales en el templo y se programan actividades con fines recreativos hasta la Playa de Rancho Luna, el parque Arcoíris de Santa Clara o el casco histórico de Trinidad, entre otras.  Al preguntarle por los objetivos del grupo, fue lacónica y precisa en su respuesta: “Ayudar a establecer la unión y el amor dentro de la familia del discapacitado”.

En los encuentros se realizan cantos, oraciones, se imparten tema educativos  sobre cortesía y hábitos de conducta, se dramatizan cuentos infantiles con fines formativos y se les enseña a confeccionar trabajos manuales, preciso la coordinadora. Explica que no es un trabajo de una persona sino la entrega de varios laicos miembros de esta Comunidad. Mientras recoge las cadenetas y banderolas que adornaban el salón me confiesa con emocionada: “Este trabajo apostólico es una de las cosas más grande que Dios me ha regalado, pues las madres de los niños nos han enseñado a ver a Jesucristo a través del amor que profesan  a sus hijos”

Momento único del  encuentro fue la celebración de los 15 de Sandra Lozana, adolescente portadora  del Síndrome de Rett, que la ha  llevado a una limitación  de su vida social por las desventajas motoras y del lenguaje que trae consigo la enfermedad. Su mama Ana Belkis Sayas así se expresa en relación al programa: “Nos damos ánimo, nos ayudamos.

Descubres que siempre hay otros más necesitados y en peores condiciones que tú. Eso te da fuerzas para continuar y le estaré siempre muy agradecida a Jolopi y a Dios”. Observamos a Sandra agitarse en la silla de rueda con una breve sonrisa en su boca. No pensé que la actividad fuera a quedar tan linda, la niña se sintió muy alegre, comenta la mamá de Sandrita.

Una mirada serena y solidaria hacia los discapacitados puede dignificar la vida de esas personas muchas veces subvaloradas por la sociedad. Ese testimonio de caridad evangélica y amor trascendental al ser humano es hoy un paradigma para el grupo Jolopi en Cumanayagua.