A la seis de la tarde de celebró la Santa Misa, presidida por el padre Juventino Rodríguez Pérez Cmf, quién en la homilía destacó el papel de la Virgen María en la historia de la Redención; nuestra disposición de acogerla como madre que siempre está atenta a las necesidades de sus hijos y del surgimiento de la Orden de la Merced por inspiración de la Santísima Virgen haciendo referencia a los sacrificios que en sus inicios hicieron los frailes mercedarios entregándose en lugar de personas privadas de libertad, resaltó el gesto que un buen hombre de esta orden hizo a favor de la libertad del célebre escritor español Miguel de Cervantes y Saavedra y todo el bien que han hecho a través de los siglos por la dignidad humana de los cautivos.

En el momento de la oración de los fieles, se hicieron peticiones especiales por las personas que se encuentran privadas de libertad y sus familiares, por los obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos comprometidos con la Pastoral Penitenciaria y por las autoridades que tienen la responsabilidad de dirigir los establecimientos penitenciarios.

Junto a los dones eucarísticos de pan y vino fueron presentados en el ofertorio,  un cirio encendido como signo de que Jesús es la luz del mundo; la Palabra de Dios como fuente de vida y sustento espiritual; un ramo de flores como signo de agradecimiento a nuestra Madre celestial y un fragmento de una cadena como signo de libertad física y espiritual.

También se transmitió el saludo, las felicitaciones y agradecimiento de parte de los frailes mercedarios recién establecidos en Camagüey por unirnos a celebrar con la Familia Mercedaria esta antigua fiesta mariana.

Al finalizar voluntarios, familiares de los presos y la comunidad anfitriona sostuvimos un compartir fraterno sobre las experiencias vividas en la celebración y disfrutamos de un brindis.

La celebración concluyó y nos fuimos regocijados de que Virgen sigue protegiendo a sus hijos con su manto maternal e intercediendo ante su hijo Jesús nuestro Salvador y Redentor.