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Misa por aniversarios del ENEC y Cáritas
Por: Yarelis Rico
La Habana, 28 de febrero de 2011 / Para conmemorar el 25 aniversario del Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC), y los 20 años de Cáritas, tuvo lugar este lunes 28 de febrero una misa solemne presidida por el cardenal Jaime Ortega Alamino, arzobispo de La Habana, y concelebrada por los demás obispos cubanos y el nuncio apostólico monseñor Angelo Becciu, en la iglesia Santa Catalina de Siena, en el Vedado habanero.
Con un llamado a ahondar en la Cuba de hoy aquel espíritu
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misionero que nació del ENEC y fue semilla para el surgimiento de Cáritas, se inició la celebración eucarística que acogió a un gran número de sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos comprometidos y fieles de varias diócesis. Reunidos todos en torno a dos acontecimientos tan significativos para la Iglesia en Cuba, la ocasión propició evocar algunas etapas dentro de su historia en que –replegada y expuesta a fuertes confrontaciones– logró mantenerse y consolidarse.
El momento y la Palabra permitieron reconocer en la misericordia y el amor infinito de Dios las fuerzas de las que se ha valido la Iglesia para rehacerse después de tiempos difíciles. Así lo recordaba el cardenal Jaime Ortega en su homilía, en la que también expuso las circunstancias que motivaron la celebración del ENEC luego de una profunda reflexión eclesial desarrollada a lo largo y ancho de la Isla, y que evidenció la presencia de la fe católica hasta en lo más recóndito de nuestra geografía.
El también arzobispo de La Habana precisó que “fue en la década del 80, cuando el país emprendía una serie de amplias reformas que incluían liberalizaciones económicas y de todo tipo de orden, que la Iglesia empezó a ganar pequeñas batallas, individuales, pero bien concretas”. “En el año 81 –continuó– decidimos hacer una Reflexión Nacional Eclesial. Existían circunstancias interiores que propiciaban hacerlo, la Iglesia había logrado permanecer sin dejar de ser ella misma y había alcanzado algunas posibilidades. En el 86 fue el ENEC. La Iglesia entonces se miró a sí misma y se reconoció pobre. Ahí está la conversión de la Iglesia”.
La invitación de Jesús en su Palabra a una conversión que lleve implícita una sobrecarga de entrega y de amor, “debe estar también presente hoy –dijo el cardenal Ortega– en el camino de misión y evangelización […] Aquel período nos aportó una gran confianza en Dios. En aquella época nos sosteníamos por nosotros mismos. La Iglesia no había desaparecido; y los pronósticos sobre ella de sociólogos y políticos no se cumplieron. La Iglesia tomó conciencia de que estaba allí sin nada, tenía la confianza en el Señor. Esa fue la conversión. Y solo la misericordia y el amor infinito de Dios nos dio la posibilidad de salir del hueco”.
Después del ENEC, la Iglesia se volcó a proclamar a Cristo, vivo y presente también en Cuba, a misionar y a crear instituciones que, como Cáritas, evangelizaban y ofrecían servicio a los pobres. “La Iglesia se reafirmó en la oración, y se hizo misionera encarnada en Cristo”. Antes de concluir su homilía el arzobispo de La Habana llamó a no perder nunca esa conversión a la que nos convocó el ENEC. ¡Qué la Iglesia viva hoy con el mismo espíritu que vivió tiempos anteriores!”, concluyó.
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El Padre Teodoro: siempre sacerdote, siempre vivo Por: José Enrique Collazo
La Habana, 26 de febrero de 2011 /Fray Teodoro Becerril, el padre Clemente en los primero años, llegó a la parroquia de El Carmen de La Habana para asentarse para siempre. El joven fraile español inició en 1958 su «vida-misión» en su nuevo terruño ‹ parroquia-barrio-familias-diócesis-Cuba ›.
El 25 de febrero del 2011 el Señor le pidió dejara este terruño y su fructífera vida-misión, esta fue su razón de ser y hacer su sacerdocio, para acogerle en un nuevo estado de felicidad junto al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Sus cincuenta y tres años dedicado en cuerpo, alma y mucho corazón a sus tareas diarias, todo día y en todo momento dieron frutos.Considero su vivencia de la liturgia católica del postconcilio como un ejercicio virtuoso, sin cacareo, único en nuestro país. Una religiosa me dijo: cuando deseo participar en una buena misa voy al Carmen cuando Teodoro oficia. Supo darle el énfasis religioso y cultual a cada misa. Sus grandes celebraciones: Navidad, Semana Santa, la novena y fiesta de la Virgen del Carmen y una especial, el Niño Jesús de Praga. La misa de los sábados por la tarde y el canto de la Salve eran un momento religioso inolvidable.
Relatar acontecimientos, obras, anécdotas no es el momento, sí recordar su tesón en la fabricación de la escuela parroquial ‘Carmelo y Praga’ la cual dirigió hasta su intervención.
Conviene decirle a los jóvenes y nuevos en la comunidad Clemente se convirtió en ‘el cura orquesta’ en parte de la década de los 60. Ninguna de las iglesias de los carmelitas incluyendo la capilla de las monjasse quedó sin misa el fin de semana. Supo hacer de su convento una casa parroquial donde todo era posible, donde todos éramos bien acogidos, atendidos y puestos a trabajar. El sello de este modo de ser y hacer la vida comunitaria es un logro del modelo propuesto por el Vaticano II con el ardor de su carisma.
Los católicos que hemos convivido y participado junto a este buen cura conocemos su aporte, su dedicación, su cariño a los niños y sus familias, sentíamos su impulso, en ocasiones, presionando para hacer las cosas, su genio cuando no salían bien, su gratitud a sus colaboradores. Una anécdota impresionante de un momento especial. Un 16 de julio a última hora negaron el permiso para la procesión por el barrio. Sacó la imagen de la Virgen a la entrada, megáfono en mano cantaba y dirigía la oración. Una mujer con una expresión de dolor en su rostro tocó el manto de la Madre de Dios, su cara se iluminó.
Ahora intercede más cerca de Dios y María por su gente: esta es su nueva vida-misión.
Sigamos junto a él teniéndole presente siempre vivo. |
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