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Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María: Fiesta patronal de la Diócesis de Cienfuegos

por María de los Ángeles Sánchez Sorí

Diócesis de Cienfuegos, Santa Iglesia Catedral, 20 de diciembre de 2017: El Nuncio Apostólico en Cuba, monseñor Giorgio Lingua presidió la noche del 8 de diciembre último la Santa Misa celebrada en la Santa Iglesia Catedral de Cienfuegos, en honor de La Purísima, patrona de la Diócesis de Cienfuegos.

Concelebraron en esta Eucaristía Mons. Domingo Oropesa Lorente, obispo de Cienfuegos; y sacerdotes y diáconos de las comunidades parroquiales de la Diócesis.

Asistieron a la cita numerosos fieles representando a todas las parroquias y comunidades de la diócesis cienfueguera. Entre ellos se encontraban el Embajador de Italia ante la Santa Sede y su esposa, que acompañaron al Nuncio Apostólico.

Durante los cuatro días previos al festejo, se vivió un tiempo de preparación, en la Iglesia Catedral, organizado por las parroquias del centro y la periferia de la ciudad.

Cada uno de los días se celebró la Misa, en las que los temas centrales fueron: María, Auxiliadora e Intercesora, por  el padre Francisco Vega, párroco de la Parroquia de Paraíso; María, Peregrina en la Fe, por el padre Manel Homar, de las parroquias del Patrocinio y Cristo de Limpias y Vicario General de la Diócesis; María, Madre de la Esperanza, a cargo del padre Ramón, de la parroquia de Montserrat  y  María, Madre de la Misericordia, por el padre Ignacio, de las parroquias de Cristo Rey, Nuestra Señora de Lourdes y Nuestra Señora del Carmen.

La fiesta de la Inmaculada Concepción  recuerda el pasaje bíblico (Lc 128) en el que el ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como llena de gracia. El Catecismo de la Iglesia Católica valora que en efecto, “para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente poseída por la gracia de Dios”; es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854, hace 163 años, por el Papa Pío IX.

Durante su homilía monseñor Giorgio Lingua explicó el significado de esta celebración, y en  su mensaje central se refirió a la relación entre la gracia de la santidad y la libertad.

El prelado valoró que tanto Adán y Eva como María fueron creados inmaculados, por la gracia de Dios, sin embargo Adán y Eva abortaron este proyecto de Dios, que María pudo mantener intacto, como prerrogativa, por su obediencia de fe.

Asimismo, recordó, como afirma el texto de la Carta a los Efesios (Ef 1,4), que todos hemos sido bendecidos por estos bienes espirituales, recibidos en el Bautismo, es decir por la gracia de la santidad  “…para andar en el amor y estar en su presencia (de Dios) sin culpa ni mancha”.

Tras la misa, la procesión, como un hito en el camino del Adviento, invitó en sus tres paradas a detenernos ante la Virgen María, a admirar e imitar ese acento peculiar y singular de disposición, de servicio, de entrega generosa y desinteresada a Dios.

Ante la voluntad de Dios, María no tenía más que una respuesta: aceptarla. Y proclamándose “esclava del Señor,” acepta sus designios, muestra de confianza en la Palabra de Dios y de sus efectos: humildad y obediencia. Así María, nos muestra un camino a seguir sus huellas, en una vida de santidad.

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