“La familia que le conviene al hombre, la querida por Dios, es la que está cimentada en un hombre, una mujer.”
por Comisión diocesana de Comunicación
TRANSCRIPCIÓN DE LA HOMILÍA DE MONSEÑOR DIONISIO G. GARCÍA IBÁÑEZ, ARZOBISPO DE SANTIAGO DE CUBA, EN LA EUCARISTÍA DE LA FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA, EN LA BASÍLICA SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA CARIDAD DEL COBRE, EL 26 DE DICIEMBRE DE 2021.
“Jesús iba creciendo en estatura y en gracia ante Dios y los hombres” Lucas 2, 52
Arquidiócesis de Santiago de Cuba, El Cobre, 26 de diciembre de 2021: Hermanos: Hemos tenido tres días seguidos (24, 25 y 26) en estas Navidades que, podemos decir, son dedicados a la familia, claro está, lo principal ha sido el Niño Jesús. Él es el centro de estos tres días, de toda nuestra liturgia, nuestra acción de gracias, nuestra oración, porque Él es nuestro Salvador. Después del Adviento, en el que la Iglesia se ha preparado para celebrar el nacimiento del Niño Dios, en la Navidad, en las celebraciones litúrgicas, además de glorificar a Dios y agradecerle porque nos ha enviado un Salvador, en lo que nos dice su Palabra; la Iglesia ha querido resaltar el papel de la familia.
El día 24, la víspera de la Navidad, la costumbre cubana era, y poco a poco se ha ido rescatando y ojalá se rescate con más fuerza, que toda la familia se reúna para compartir una comida. Esto lo hacían creyentes y no creyentes. Era la cena de la Noche Buena. En esa cena, además de participar la familia más cercana, también, muchas veces, hasta a los amigos que pasaban por las casas, se les recibía, compartían de la cena y la bebida. Era una fiesta de familia, de tal manera, que las personas procuraban, dondequiera que estuvieran, ir ese día a la casa familiar a compartir la cena.
El día siguiente (25) es Navidad. Se participa en la Misa de Gallo a las 12 de la noche o a otra hora según las posibilidades personales y pastorales. La Navidad es celebrar la venida del Salvador, “No teman alégrense, les ha nacido un Salvador”. Pero la señal de los ángeles fue: vayan a ver a esa familia que está en Belén en un establo, y al Niño que está entre pajas, en un pesebre, un comedero de animales, pues ahí lo pusieron envuelto en pañales. Estaba María y estaba José cuidándolo.
Los pastores fueron a ver al Niño Jesús, cuidado por su familia. Igual pasó con los Reyes Magos, llegaron y se encontraron con la familia, un Niño tierno, humilde, que no le importaba dónde había nacido, porque Él era el importante; lo demás quedaba en un segundo plano. Ya eso es una enseñanza que nos dice a nosotros que, lo importante no son los bienes materiales, sino que lo importante es tener a Dios en nuestro corazón y que su Palabra sea dulzura en nuestras bocas para que nosotros siempre la meditemos y tratemos de hacer el bien. Que “busquemos más el reino de Dios y su justicia” que las otras cosas.
Esas son las celebraciones de viernes, sábado… hoy domingo (26) es el Día de la Familia. La Iglesia ha querido celebrar un día dedicado a la familia, y por eso se conoce este día como el de la Sagrada Familia. ¿Cuál es la Sagrada Familia? El Niño, la Virgen y José. Se celebra porque recordamos el papel clave, fundamental, que tiene la familia para el desarrollo de la humanidad. En primer lugar, para que los hombres, las mujeres puedan crecer, procrear, engendrar, para que la raza humana, creada por Dios a su imagen y semejanza, pueda crecer, expandirse y hacer producir la tierra.
Hay cosa más natural que una familia formada por un hombre, una mujer y sus hijos. Hay veces que uno quiere enfrentar la ciencia que estudia la naturaleza, y algunos quieren enfrentar la ciencia con la Palabra de Dios, y no nos damos cuenta de que, en la Palabra de Dios, está presente la naturaleza, porque esta fue creada por el mismo Dios. Él le dio leyes que la rigen, le dio una manera de desarrollarse, “cada uno según su especie”, como dice el libro del Génesis.
Estamos en un momento de la historia en que los hombres nos hemos dado cuenta, que hemos abusado de la naturaleza y que debemos hacer lo posible por rescatarla, por cuidarla, porque el Señor nos dijo, utilícenla, no dijo destrúyanla, agótenla, no; utilícenla para que ustedes puedan crecer y vivir en un mundo sano, natural, en el cual ustedes puedan vivir a plenitud. Esa es la ley natural, y por eso debemos respetar a la naturaleza.
La Iglesia precisamente pone la Fiesta de la Sagrada Familia, para que nos demos cuenta de que el hombre, nosotros, hombres y mujeres; como se dice ahora, no hombre genérico y me parece bien, estamos sujetos a esa ley natural. En los textos bíblicos se nos habla de esa relación íntima, de esa dependencia que tenemos con la naturaleza, porque somos producto de ella por la obra de Dios. Si sabemos que no podemos destruir la naturaleza que nos rodea, que tenemos que utilizarla; menos todavía nosotros podemos abusar de la naturaleza humana que el Señor nos ha dado al crearnos.
La Iglesia reafirma que la familia que le conviene al hombre, la querida por Dios, acuérdense que Dios quiere aquello que nos hace bien, la familia querida por Dios, es la que está cimentada en un hombre, una mujer; el hombre que engendra, la mujer que concibe al hijo, así es como se expresa la naturaleza humana. Lo demás sería desvirtuar la naturaleza humana al igual, como otras muchas veces, nosotros maltratamos ese mundo vegetal y animal que nos rodea, que nos ha sido dado por Dios. Quiere reafirmar que la familia humana, la deseada por Dios, la que nos conviene, la natural, la que hace crecer al género humano, es precisamente aquella que cría a los hijos, que los hijos se tienen en ella, para que la familia sepa y se comprometa a cuidarlos y atenderlos, hacerlos crecer como dice al final del texto del Evangelio, para que cada persona humana pueda “crecer en estatura, en gracia y en sabiduría”.
Ese es el papel de la familia, esa es la obligación de los padre, papá y mamá, cuidar a los hijos, para que puedan crecer físicamente, ayudarlos a crecer en sabiduría y en gracia. ¿Qué significa en Gracia? Significa unidos a Dios, a que no se crean que, porque ellos nacieron, son grandes, saben mucho, tienen poder, pueden pasar por encima de todo y de todos. Ilusos, hay que vivir según las leyes de la naturaleza que son las queridas por Dios; y en las que Dios nos dice que cada uno tiene que querer y amar a su hermano, como a sí mismo, y a Dios que es nuestro Creador.
Para eso es que la Iglesia pone esta fiesta, para que pidamos por la familia. Para que la sociedad no se deje llevar por ideas que todavía no se sabe a dónde nos van a conducir, aunque ya se va vislumbrando un poco; en la cual quieren prescindir de papá y de mamá. Entonces, la familia es cualquier persona que uno puede querer mucho o que nos pueden querer mucho, como todos nosotros queremos a tantas personas. Yo amo y estimo a mujeres que en mi vida han sido como mis madres, pero mi madre es aquella que me engendró, aquella que me crio, que me quiso y me cuidó, esa. Igual pasa con los padres.
Hermanos, en estos momentos esta fiesta es muy importante porque, tal vez, nos estamos preocupando mucho por ese mundo exterior que no queremos lastimar, que procuramos no gastar los combustibles fósiles porque el cambio climático nos va a destruir y… sin embargo la base natural, dónde nace los hombres, que es la familia, dónde es concebido el ser humano, engendrado por un padre, aceptado por el seno de la madre, no lo tenemos muy en cuenta.
Y estas ideas se nos quieren meter de muchas maneras, muchas veces se apela al amor, ¡ay, que nadie se quede sin quien lo quiera! ¡Qué bueno es eso! Ver que nadie está desamparado, pero para eso ¿debemos relativizar el papel de la familia querida por Dios, y querida por la naturaleza, porque es la única manera de crecer y multiplicarse? Nosotros no podemos sacrificar eso, y dejar de predicar y enseñar que la base de la sociedad humana es la familia, aquella querida por Dios y que está inscrita en nuestros genes, y que está inscrita en la naturaleza.
Dios nos hizo hombre y mujer, físicamente, sicológicamente, fisiológicamente diferentes; porque cada uno tiene un papel que cumplir. Lo demás es la arrogancia de algunos que, de la misma manera que se ha destruido prepotentemente la naturaleza, ahora están empeñados en destruir a la familia natural como Dios la hizo, como Dios la creó.
Desgraciadamente es así, hermanos. Se pueden buscar muchas teorías, se pueden legislar leyes; y no porque se legisle una ley se tiene que decir que es justa. En la vida, en la historia, muchas leyes han sido infames, por ejemplo, la ley de la esclavitud, y otras muchas más. El quitarles la libertad a las personas, es ley y hay que cumplirla, pero es infame. Ahí tenemos que tener cuidado. No hemos visto todavía por dónde va la humanidad. Yo espero que, dentro de unos años, de la misma manera que hoy nos damos cuenta que estamos destruyendo la naturaleza, dentro de algunos años nos demos cuenta que estamos destruyendo la familia; y que, al destruir la familia, estamos destruyendo la célula fundamental de la sociedad. Cuando se rompe una ley de la naturaleza, siempre algo sale mal y trae sus consecuencias.
Yo no me voy a poner a hablar de otros países, pero sí de que, por múltiples causas, la realidad poblacional de Cuba es cada vez más preocupante. ¿Qué tiene que ver eso? Muchas, muchas cosas. Muchos factores, pero uno de los factores es el aborto; otro de los factores es que se ha perdido un poco aquello que tenían los jóvenes cuando se casaban que decían vamos a tener hijos, no, ahora muchos dicen vamos a vivir y después veremos; otro es que las condiciones materiales son difíciles para tener varios hijos. Y ahora, hermanos, también queremos igualar a la familia, esa creada por Dios, la familia natural, un hombre y una mujer que engendran; queremos equipararla a la unión de dos personas que por la propia naturaleza humana no pueden engendrar, se pueden querer, pero no pueden engendrar. Y no nos damos cuenta de ese pequeño niño, también naturalmente, necesita de un padre y una madre; por lo menos eso nos decían los sicólogos hace cuarenta años, de que cuando un niño tenía problemas, se buscaba si provenía de una familia disfuncional. Cualquier familia puede ser disfuncional. Pero, …es que se crió sin el padre, acuérdense los mayores, eso decían los sicólogos. Es que se crió sin la madre, acordémonos. No sé si ahora dicen otras cosas. Entonces, nos daremos cuenta de que también es muy peligroso jugar con la naturaleza, y menos con la humana. No podemos equipararla.
Nosotros tenemos nuestras calles. Las calles son vínculo de comunicación. Hay veces que las calles están preciosas, lindas, uno camina sin caerse, sin tropezar y sin problemas. Pero otras veces las calles están malísimas. Ustedes dirán, padre ¿y qué tiene que ver eso con la familia? Nosotros tenemos el acueducto que es para darnos agua, pero quisiéramos que hubiera agua todos los días, para eso está hecho el acueducto, pero por la sequía y otras cosas no llega. ¿Padre que tiene que ver el acueducto con la familia? Exactamente igual, lo mismo; lo mismo en cuanto a la referencia con la familia.
Todos queremos caminar por calles hermosas, firmes, que nos ayuden a comunicarnos, pero están rotas, ¿qué vamos a hacer? Vamos a decir sí, las calles son así, no, las calles no son así, las calles tienen que ser buenas, y tienen que servir para caminar, y tienen que servir para que nadie se caiga. No porque las calles estén rotas las vamos a dejar así porque es una calle… La unión de dos personas del mismo sexo no es una familia, aunque se quieran; ¿una familia natural querida por Dios y la naturaleza? No. Igual que un acueducto, que, si me dan agua cada tres o cuatro días, bueno eso está bien así… no el acueducto es para dar agua todos los días; y la familia es para que pueda cumplir con la misión que ha recibido de la naturaleza, porque ella fue creada por Dios y, que la Palabra de Dios reafirmó después.
El creer que la familia está constituida por un hombre y una mujer, no es solamente dominio del creyente. Eso lo cree una persona creyente y un no creyente, simple y sencillamente cuando mira la naturaleza, es así, y es así. Decir lo contrario es falso y tendencioso. Podemos darle todas las vueltas que queramos; hermanos, esa es la vida, pero esa vida de familia de un hombre y una mujer, tiene que ser vivida como lo dice Pablo en la carta a los Colosenses: ámense, quiéranse, vivan el uno para el otro, sacrifíquense por los hijos; padres no exasperen a sus hijos, maridos no exasperen ni maltraten a sus mujeres. Vamos a escuchar a Pablo, vamos a escuchar aquella frase de Pablo mujeres obedezcan a sus maridos, y ¿qué le dice al marido Pablo? Maridos quieran a su mujer como Cristo amó a su Iglesia, que entregó la vida por ella.
¡Qué amor tan grande es ése! Ahí hay obediencia, ahí hay amistad, ahí hay amor conyugal, ahí hay de todo lo mejor. Hermanos, tenemos que repensar las familias y no dejarnos llevar por aquellas cosas del momento que parecen que son lo último, pero van a dar malos resultados. ¿Por qué? Porque violan las leyes de la naturaleza, como estamos violando las leyes de la naturaleza al destruir el medio ambiente que Dios creó para nosotros. Ámense, quiéranse. Que los padres compartan con sus hijos, que les dediquen tiempo, que cada muchacho busque en una muchacha, la mujer que le ayude a vivir con él para toda la vida y viceversa; que ningún anciano o abuelo se quede solo en su casa; que ningún niño se vea desamparado, que no haya maltrato a la mujer. Eso es lo que Dios quiere. Esa es la Palabra de Dios, volvamos a ella, no nos dejemos llevar por muchas palabras sueltas, llenas de poder, o conducidas por el poder, porque esa palabra no tiene poder en la lógica y en la inteligencia.
Pensemos en lo que tenemos que pensar:
La celebración y las gracias a Dios que debemos dar por haber nacido en el seno de una familia, este día también nos debe de servir para reflexionar en lo que significa la familia para mí y para la humanidad, para que crezcan y se multipliquen como el Señor quiere.
Que el Señor nos ayude a vivir así.
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