Inicia en Cuba el Año Misionero
por P. Dayron Hernández Martín
La Habana, 5 de agosto de 2019: Con la clausura de la Jornada Nacional de la Juventud en cada una de las diócesis cubanas, los Obispos dieron apertura al Año Misionero que tiene como lema “Cuba, ¡anuncia el Evangelio con alegría” y ha sido convocado por la Comisión nacional de Misiones de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba.
Este año, que prepara la II Asamblea Nacional de Misiones, a celebrarse del 3 al 7 de agosto de 2020, busca como principal fruto el fortalecer la actividad misionera de todas las comunidades. Quiere que el anuncio de Jesucristo sea difundido en lugares y personas que aún no lo conocen. Quiere que Jesucristo y su Evangelio sea conocido amado y servido en Cuba.
Al igual que el Mes Misionero Extraordinario, convocado por el papa Francisco para el próximo octubre, este año misionero en Cuba busca que todos los cristianos católicos “lleven en su corazón el anuncio del Evangelio y la conversión misionera y evangelizadora de las propias comunidades; para que crezca el amor por la misión, que es una pasión por Jesús, pero al mismo tiempo, una pasión por su pueblo” (“Carta del Papa Francisco con ocasión del Centenario de la promulgación de la Carta Apostólica “Maximum illud” sobre la actividad desarrollada por los misioneros en el mundo” en Bautizados y enviados. La Iglesia de Cristo en misión en el mundo”. Italia: San Pablo (2019), 12.). Amor a Jesús y amor a Cuba, son las dos grandes pasiones que han de mover cada palabra, cada silencio, cada obra y cada omisión en nuestra vida cristiana. Amor a Jesús que nace y crece en la oración diaria, en la lectura de la Palabra, en la celebración de los sacramentos. Amor a Cuba que nace y crece de la convicción de sabernos hijos de una Patria amada y bendecida por Dios, de una Patria que necesita de Dios, y no de cualquier dios, sino del Dios Padre anunciado por Jesús, Camino, Verdad y Vida.
Como cristianos anunciamos el Evangelio de Jesús, que es Él mismo, revelado en sus palabras y acciones. La misión no es otra cosa que anunciar a Jesús, y propiciar, con nuestras palabras y gestos, que la gente se encuentre con Jesús. Somos, muchas veces, la puerta que permite que otros se encuentren o alejen de Jesús. Por eso, en este Año Misionero, sin duda somos nosotros mismos, los que formamos la Iglesia en Cuba, los primeros que tenemos que ser evangelizados. Al respecto, el papa Francisco es quien nos anima: “Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están. Ya no sirve una simple “administración” … Con la confianza en Dios y con mucho ánimo, no tengamos miedo de realizar una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de estructura que exige la conversión pastoral solo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad”( Ibíd. 11)
Como bautizados y en dependencia del servicio que prestemos dentro de la Iglesia, este tiempo es propicio para evangelizar y animar la misión.
La misión nos espera. Nos anima el testimonio de San Antonio María Claret y el de la Beata Dolores Sopeña, patronos de este Año Misionero. Nos acompaña la certeza de que Jesús, el que nos ha llamado y enviado, y a quien anunciamos, está con nosotros siempre y en todo momento hasta el fin del mundo (Cf Mt 28, 19-20). A la misión no vamos solos, Él va con nosotros.
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